Érick Lagos Hernández |
Mucho daño le está haciendo a los
veracruzanos la permanencia en la estructura gubernamental de funcionarios
inexpertos e inoperantes, cuya única distinción es no rebasar los 40 años.
Con ellos, el grupo dominante en el PRI
ha buscado renovar a la clase política de Veracruz, obligar a pasar la estafeta
generacional y lograr un proyecto transexenal iniciado en el gobierno de Fidel
Herrera Beltrán. Sin embargo, los elegidos siguen sin cuajar en habilidad
política, capacidad de negociación y experiencia administrativa.
Preocupados por el ruido electoral y sus
ambiciones de permanencia en el poder, muchos de los jóvenes políticos
habilitados prematuramente en cargos de alto voltaje, han descuidado la función
pública y, lo peor, han mostrado su escasa preparación académica, su nulo
bagaje en materia administrativa y política, y un insaciable deseo de
reconocimiento para mayores empresas que no se sustenta en su desempeño real.
Hay que reconocer de entrada que la
juventud no está reñida con las oportunidades. También, que era necesaria una
renovación de los cuadros para desplazar a quienes ya eran fichas reiteradas en
el ajedrez político de Veracruz, dadas sus consabidas mañas, compromisos y
cansancio para la innovación.
Sin embargo, se nos han entregado piezas
sin terminar, jóvenes que no fatigaron las aulas universitarias más allá de una
licenciatura (no sabemos si con buenas calificaciones), audaces en el terreno
político pero sin antecedentes en el manejo de la administración pública. Con
los años, deberían haber aprendido su trabajo, pero se han perdido en las
grillas palaciegas.
Y eso le está haciendo mucho daño en un
estado que, potencialmente rico y diverso, ha debido soportar la improvisación,
el desdén, el olvido y la manipulación.
¿Cómo
lograr el cambio generacional sin afectar?
El exgobernador Rafael Hernández Ochoa
supo apreciar la enjundia y fortaleza de los jóvenes políticos y apoyó a mucho
para que tuvieran oportunidades políticas y académicas. A nivel nacional, quien
lo hizo fue el expresidente Luis Echeverría Álvarez, quien impulsó las carreras
políticas y académicas de dos políticos en activo, Fidel Herrera Beltrán y
Beatriz Paredes Rangel, que lo embelesaron con su buena oratoria.
Pero lo cierto es que la mejor manera que
hallaron para sus benjamines fue otorgarles puestos medianos para que se
foguearan y se incorporaran a los grupos políticos existentes o crearan los
propios y, sobre todo, les otorgaron becas para que siguieran estudiando
posgrados en universidades importantes del país y el extranjero para que, a su
retorno, fueran más útiles a sus comunidades.
Desgraciadamente, muchos de los jóvenes
incorporados al actual gobierno estatal han tenido meteóricas carreras y, sin
foguearse ni aprender a gobernar paulatinamente, de pronto se hallaron con que
ya eran secretarios de despacho, como Erick Porres Blesa, de 37 años,
secretario de Desarrollo Económico y Portuario; Adolfo Mota Hernández, de 38
años, secretario de Educación; Erick Lagos Hernández, de 39 años, secretario de
Gobernación, y Harry Grappa Guzmán, de 41, secretario de Turismo y Cultura.
Otros, más maduros, tampoco tuvieron
formación ni acumularon experiencia en la materia que hoy tienen a su cargo, y
así nos va a los veracruzanos.
Urgen
cambios en el gabinete
Érick Porres Blesa |
En la segunda etapa de su gestión, el
gobernador Javier Duarte de Ochoa debería analizar la posibilidad de fortalecer
los cuadros que tiene en las diferentes dependencias, para lograr un salto
cualitativo que le permita ostentar en el ámbito nacional logros en áreas
sensibles, además de las que ha logrado en la atracción de inversión
extranjera, recuperación de la seguridad pública y lucha contra la pobreza.
El caso más difícil es el de Arturo
Bermúdez Zurita, de 47 años, secretario de Seguridad Pública, quien ha creado
un verdadero ejército poderoso de policías estatales a los que, en varias
ocasiones, no ha logrado contener y han generado despachos informativos y
artículos de opinión en medios nacionales e internacionales que ponen en
entredicho no solo al gobierno estatal sino a los veracruzanos.
En su currículum, Bermúdez Zurita no
ostenta estudios relacionados con seguridad pública más allá de cursos como
instructor de manejo evasivo y de tiro, en Estados Unidos, y un taller de
negociación de secuestros y manejo de crisis. En experiencia dentro del área,
apenas dos años como coordinador del
Centro Estatal de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo (C4) y menos de un
año como subsecretario de Seguridad Pública de Veracruz.
Es cierto que Erick Porres Blesa,
expanista y afiliado a escuelas confesionales, le ha servido en una dependencia
que no ha tenido mucha importancia pese a lo necesario en términos del
desarrollo de la entidad. Los conflictos con los grupos empresariales de la
entidad por la falta de promoción se han dado principalmente en el sector
turístico, que corresponde lidiar a Harry Grappa Guzmán, un funcionario
improvisado cuya única experiencia en el sector turístico, luego de ser
secretario particular del Gobernador, fue la de subsecretario de Promoción y
Servicios Turísticos de la Secturc durante poco más de un año.
En el caso de la SEV la cosa es
dramática. Ya comentamos la ineficiencia del secretario Adolfo Mota, quien
tendría un verdadero premio si sale con honores rumbo a la contienda por la
diputación federal de Coatepec en 2015.
Harry Grappa |
A su inoperancia en una de las
secretarías que históricamente han otorgado blasones a Veracruz, se suma su
fallida intentona de derrocar al actual diputado y líder cameral Juan Nicolás
Callejas y Arroyo, líder ‘moral’ del magisterio federal, y a su hijo Juan
Nicolás Callejas Roldán, secretario general de la sección 32 del SNTE,
utilizando a cierto sector incrustado en el movimiento magisterial contra la
reforma educativa. Todos dicen que estuvo a punto de lograrlo, pero no obtuvo
el triunfo, por lo que está en el ojo del viejo lobo convertido en pastor de la
bancada priista en el Congreso local.
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