lunes, 29 de agosto de 2011

Redes sociales, ¿jugar con fuego?

Las redes sociales han jugado un papel determinante en la comunicación alternativa. Todo ciudadano puede, si se lo propone, emular el trabajo que, con la lentitud de los medios de comunicación tradicionales, realizamos los periodistas.

Gracias a la comunicación horizontal masiva que permiten las nuevas tecnologías, movimientos sociales en todo el mundo se han alimentado y han crecido hasta el punto de tirar gobiernos dictatoriales o, incluso, algunos electos democráticamente que no cumplen su misión.

Ha pasado a la historia la opacidad gubernamental en manejo informativo. No hay vacíos de información. Si alguien falla u omite, otros se aprestan a llenarlos con datos y versiones de toda índole; el cotilleo y el rumor que antes circulaban de boca a boca, se han convertido en el insumo informativo que se esparce en internet a ritmos demoniacos, cuando desde el gobierno no se ofrece una versión oportuna y convincente sobre hechos que afectan a la población.

La sicosis generada en Veracruz el jueves pasado a partir de versiones distorsionadas y malintencionadas fue efecto de mensajes enviados a través de Twitter y Facebook, que luego fueron comunicados por teléfono y personalmente.

Todo un pueblo temeroso por la magnificación de versiones aterradoras, como la de que se realizarían atentados contra planteles educativos, salió a las calles, generó nudos viales, colapsó la comunicación por telefonía móvil, fue pasto seco en que la chispa de la información malintencionada prendió fuego.

Pero las redes sociales no tienen la culpa, siguen constituyendo un medio en tiempo real que permite innumerables beneficios; los malos son quienes se amparan en el anonimato para generar el terror.

Por desgracia, este experimento que ha derivado en la aprehensión de dos individuos, ha probado a criminales lo que se puede hacer para copar al enemigo. Si en Michoacán y Nuevo León se secuestra e incendia unidades de transporte para obstaculizar la movilización policíaca, en Veracruz se ha movido con el terror a la gente para que bloquee calles y avenidas.

Información y contrainformación

Por fortuna no hubo graves daños que lamentar, más allá de la incertidumbre, el miedo y, si se quiere, ausencias laborales inesperadas y suspensión de clases.

La lección dejada también puede servirle al gobierno estatal y federal. Un aspecto es que no informar oportunamente, en tiempo real, de lo que ocurre en materia del combate al crimen organizado resulta más negativo, porque los testigos lo harán sin el cuidado de una información oficial.

El discurso del ‘no pasa nada’, ‘todo está tranquilo’, ‘lo tenemos bajo control’ ya no se lo tragan ni los niños y jóvenes que ayer se vieron en las calles, celular en mano, porque muchos directores decidieron mandarlos a casa, pese a que estarían más seguro dentro de los planteles.

En grandes empresas y gobiernos desarrollados, la figura del ‘social manager’ ha cobrado una fuerza inusitada: es quien dialoga a través de las redes sociales sobre ofertas y discursos institucionales y es capaz de detectar situaciones anómalas que afectan la imagen de la organización para reaccionar de inmediato.

No lo hay en la estructura del gobierno de Veracruz. Es cierto que la Secretaría de Seguridad Pública cuenta con un área de policía cibernética, pero no se trata de perseguir y penalizar a los usuarios de redes sociales, a no ser que se pruebe dolo o intención delictiva, sino de contrarrestar los efectos de los falsos rumores mediante información precisa, oportuna y verificable. Decir lo contrario descalifica a la fuente informativa y sucede como en el cuento “Ahí viene el lobo”.

Ya hemos visto la infraestructura de comunicaciones de que se vale el crimen organizado: miles de ‘camellos’ trabajan para ellos, y la ola de violencia que aqueja al país (el mismo día atentaron con el Casino Royale en Monterrey con cifras aterradoras de muertos) se recrudecerá conforme vaya languideciendo el periodo sexenal de Felipe Calderón.

Los llamados a la participación ciudadana contra el crimen organizado tendrán efecto con una ciudadanía informada y responsable, y esa es parte de la labor comunicacional de las instancias de gobierno, muchas de las cuales usan las redes sociales solo para promover su imagen pública y sumar seguidores.

La información, como vemos, es otro campo de batalla… y es muy importante.

lunes, 8 de agosto de 2011

Xalapa: Tan cerca de Palacio…

Hace ya mucho tiempo, desde que Dante Delgado Rannauro concluyó como gobernador sustituto el mandato dejado por don Fernando Gutiérrez Barrios (para ir a ocupar el cargo de Secretario de Gobernación), que los poderes estatales debieron irse a la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río.

Desde esa época, con marcada deferencia, los gobernadores veracruzanos han dejado su huella en esa región, donde radica la riqueza y el esplendor de la obra pública y la inversión privada, mientras que la ciudad de Xalapa se debate en sinfín de necesidades, inimaginables cuellos de botella en su circulación vehicular y, para colmo, múltiples contratiempos derivados de manifestaciones de todo tipo que hacen las delicias del transeúnte y el automovilista.

Con sobrada razón el actual alcalde boqueño, Salvador Manzur, hace gala de que el municipio que gobierna es la capital económica del estado. Lo ha sido durante las últimas décadas, incluso sobre su histórico vecino, Veracruz, que no puede competir con el ímpetu que muestra el territorio del antiguo puerto pesquero.

Desde que se construyó el World Trade Center, muchos gobernadores (especialmente Miguel Alemán Velasco y Fidel Herrera Beltrán) hicieron de ese sitio la sede de gobierno en que más pasaban su tiempo de trabajo. Allá, en medio de la comodidad, podrían pasar por alto las altisonantes leyendas proferidas por manifestantes en la capital, sufridas por los mundanos xalapeños.

Las grandes avenidas, la pavimentación incluso de calles que no ostentan edificio alguno, puentes viales y peatonales, impulso a la inversión privada, todo ello se concentra en esa conurbación, mientras que Xalapa cuenta una obra más o menos importante por sexenio, que pronto se vuelve una solución caduca para problemas que se volvieron más grandes conforme se construían.

Veamos grosso modo tales obras: Museo de Antropología, tramo de la avenida Murillo Vidal y acceso de cuatro carriles desde El Lencero, con Agustín Acosta Lagunes; ampliación de Xalapeños Ilustres, con Dante Delgado; Circuito Presidentes, con Patricio Chirinos; Arco Sur y tercera etapa del Circuito Presidentes, con Miguel Alemán, y los puentes sobre Murillo Vidal y Bicentenario, con Fidel Herrera.

Hoy, sin embargo, Xalapa sigue empeorando su circulación y está colapsado su desarrollo económico. Es cierto que a últimas fechas se han anunciado nuevos negocios: un nuevo supermercado y un hotel que está por construirse, pero las mayores fuentes de empleo siguen siendo la burocracia y las universidades, y la primera ha sufrido serios reveses este año.

Estado rico, capital miserable, lo cierto es que nos pasa lo que a capitales como Chilpancingo, Ciudad Victoria y Culiacán, donde sus habitantes miran en el horizonte la riqueza que resplandece en Acapulco, Tampico y Mazatlán, respectivamente, mientras sus entornos tienen el desagradable encanto de tener problemas de gran urbe en cuerpos de congregación.

…y tan lejos de Dios

Para colmo, en Xalapa casi siempre hemos contado con dos alcaldes en constante pugna: el real e institucional, que despacha en Palacio Municipal, y el que siente que debe tener control sobre la ciudad en que asienta su poder, que despacha en Palacio de Gobierno.

No es que la simpatía entre ambos, apenas separados por el centro neurálgico de todos los problemas citadinos (el Parque Juárez), colabore en mucho con la mejoría de la ciudad, pero han sido proverbiales los pleitos rancheros que se han protagonizado, desde que Acosta Lagunes hizo que pidiera licencia Carlos Padilla Becerra hasta los berrinches de Rafael Hernández Villalpando con el gobernador Miguel Alemán Velasco.

No lo tome al pie de la letra pero vox populi señala que entre el gobernador Javier Duarte y la alcaldesa Elizabeth Morales solo existe una afinidad: el haber sido llevados al poder por el mismo partido.

Tal vez por eso la señora alcaldesa ande dando vueltas por la ciudad con programas de boca (verbales, pues), tomando como suyos éxitos ajenos para aparentar que algo hace por la ciudad, cuando en realidad solo reedita su programa televisivo “Usted no está solo”, dando a la prensa enormes boletines para dar cuenta de que entregó una silla de ruedas.

Parafraseándola, podríamos decirle “Usted sí está sola”, aunque eso afecte más a los capitalinos que a su carrera política.