martes, 29 de noviembre de 2011

Un debilitado secretario de Gobierno

Gerardo Buganza Salmerón, secretario de Gobierno.

Gerardo Buganza Salmerón, un trasterrado del PAN, partido que lo postuló candidato a la gubernatura de Veracruz hace siete años, fue importante en el triunfo del gobernador Javier Duarte de Ochoa, no porque hubiera permitido la derivación de muchos votos de sus hipotéticos seguidores hacia la fórmula priista en julio de 2010 sino porque sirvió de señuelo para una campaña negra en contra de Miguel Ángel Yunes Linares, candidato panista y acérrimo enemigo del exgobernador Fidel Herrera, al evidenciar la forma antidemocrática con que el hombre de Soledad de Doblado y antaño líder priista se había hecho con la postulación panista.

Junto con la ayuda de quien fuera dirigente nacional blanquiazul en la transición de los presidentes Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa,  Manuel Espino Barrientos, cuyo libro contra el abandono de su partido de sus postulados fundacionales fue repartido masivamente con costo al erario veracruzano, Buganza Salmerón apoyó a su joven paisano y seguramente hizo un extraordinario trabajo de zapa entre su anteriores camaradas para castigar el dedazo calderonista en la persona de quien fuera su director del ISSSTE.

Por ello, aunque muchos priistas pusieron cara de alarma y quisieron insurreccionarse, la inclusión de su nombre en la lista del gabinete duartista, justo en la dependencia que siempre había ejercido el control político en el estado, la secretaría de Gobierno, llamó poderosamente la atención.

Pero, ¡oh, sorpresa!, unas semanas antes de dejar el cargo, una reforma a la estructura político-administrativa del gobierno estatal promovida por Fidel Herrera le había quitado no sólo el adjetivo de “general” y ahora ya ostentaba la simple denominación de secretaría de gobierno, sino que le había despojado de toda influencia en el tema político, para otorgárselo a quien todavía lo detenta: Érick Lagos Hernández, pieza de la fidelidad enquistada como lastre en el actual gobierno.

Sin los 40 años cumplidos, este personaje formado, armado y horneado por Fidel Herrera Beltrán le habría quitado el peso a una secretaría de gobierno light que, entre otras cosas, solo podría manejar asuntos relacionados con transporte y vialidad, además de algunas tareas de representación gubernamental.

Así fue como llegó Buganza el cordobés al sitio que antes se consideraba el número dos en la estructura del poder gubernamental. Para colmo, Héctor Yunes Landa, dirigente estatal del PRI, le pasó la factura por ocupar un cargo que siempre han ocupado priistas, al obligarlo a depositar su óbolo para apoyar las maltrechas finanzas con que cuenta para operar su precandidatura al Senado, perdón, para dirigir al partido.

…y parió la abuela

El acotado poder del secretario está por sufrir un nuevo y definitivo debilitamiento con la iniciativa del gobernador Javier Duarte de Ochoa para que las funciones de vigilancia que Tránsito del Estado ejerce, bajo la estructura de la Secretaría de Gobierno, sean transferidas a la Secretaría de Seguridad Pública.

Escindidas las funciones de tránsito y transporte, a la dependencia a cargo de quien luce las mejores corbatas del gabinete, don Gerardo Buganza, solo le corresponderá las que tienen que ver con transporte, de manera que en su estructura se crearía –en el seguro caso de que se apruebe una iniciativa que el jueves pasado fue remitida a comisiones– la Dirección General de Transporte, para hacerse cargo del control, dirección y vigilancia del transporte público y su reglamentación. Ya hemos visto, por cierto, que en ese tema Buganza ha tenido varios descalabros, el más reciente la abolición de sus programas Un día sin taxi y Un día sin autobús.

En contrapartida, las funciones relacionadas con tránsito se transferirán a una dirección general de nueva creación en la dependencia a cargo de Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública.

Amén de múltiples ajustes y reformas para llevar a buen fin los objetivos de la iniciativa del ejecutivo estatal, lo cierto es que hay puntos que los veracruzanos empezaremos a resentir no bien la SSP se haga cargo de las labores de vigilancia en áreas públicas y privadas de circulación, que le permitirán intervenir vehículos so pretexto de faltas de tránsito aunque su mira sea revisar otro tipo de comportamientos aparentemente fuera de la ley. Pero no nos espantemos, eso ocurre hace décadas en el DF y, en el ámbito federal, desde que la policía de caminos se subsumió en la Policía Federal. 

martes, 22 de noviembre de 2011

El PAN se ha quedado solo

Conforme se acerca el inicio de la batalla por la obtención de votos en los comicios federales de 2012, las alianzas políticas se han fraguado; con ello, se han concretado acuerdos y las corrientes han tomado sus respectivos cauces. En medio de todo ese fragor de complicidades y afinidades políticas, ¡oh, calamidad!, el Partido Acción Nacional se ha quedado solo y se ve difícil que refrende su lugar en Los Pinos, luego de 12 años en el poder, sobre todo porque el presidente Felipe Calderón sigue apostando por Ernesto Cordero, cuyos momios están más salados que el calcetín de un pescador en altamar.


La semana pasada, la izquierda dio el primer paso para lograr que Andrés Manuel López Obrador alcance lo que hace seis años estuvo a punto de lograr pero que se le escamoteó por diversas vías, desde la campaña negra que lo ubicó como un peligro para el país hasta que no fue capaz de echar atrás múltiples operaciones para hacerlo sucumbir en la intimidad de las casillas electorales.

Apenas la semana pasada, luego de que la consulta armada por el colectivo de izquierda para dirimir la candidatura presidencial entre Marcelo Ebrard y AMLO ubicó a este último como el más fuerte postulante y Ebrard aceptó los resultados para evitar divisionismos, las fuerzas de izquierda encarriladas en el Movimiento de Renovación Nacional formalizaron el acuerdo de coalición con las siglas del Partido de la Revolución Democrática, el Partido del Trabajo y el Movimiento Ciudadano.

La gran coalición Movimiento Progresista incluye, por supuesto, organizaciones sociales, redes ciudadanas, organismos comunitarios, agrupaciones civiles y de profesionistas, además de personalidades de las artes, la cultura y el sector empresarial, que ven en AMLO una gran solidez moral, necesaria para acabar con la galopante corrupción que campea en el país. Es posible que Marcelo Ebrard se sume como coordinador de campaña.

Frente a esta corriente de izquierda con candidato, la que encabeza el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha generado su propia dinámica para la coalición electoral y, aunque por artimañas que tienen que ver con el uso de los medios de comunicación y demás espacios públicos, ya prohibidos a AMLO, no ha puesto el nombre del que ya se sabe quién será, es decir, Enrique Peña Nieto, lo cierto es que junto al PRI ya se han subido al tren el Partido Nueva Alianza (Panal), propiedad de Elba Esther Gordillo Morales, y el Partido Verde Ecologista (PVEM).

El jueves pasado, Luis Castro (PVEM), el señor de las deudas Humberto Moreira (PRI) y Arturo Escobar (Panal) formalizaron la coalición Compromiso por México, para enfrentar en unidad la contienda presidencial de 2012. Esta alianza, beneficiada por el exgobernador mexiquense con las mayores preferencias en encuestas electorales, de las que no ha bajado mayor ápice, prácticamente se pavonea de tener el triunfo asegurado en 2012, lo que les ha llevado a decir que esta alianza será oposición solo por 10 meses pues prácticamente tienen asegurado su ingreso a Palacio Nacional.

El llanero solitario en problemas

Frente al optimismo de los verdes y la esperanza que generan los amarillos, los blanquiazules parecen cada vez más desfigurados. No le ha ido bien a los panistas. En primer lugar, las medidas autoritarias para imponer candidaturas a diputados y senadores en todo el país, lo que hubiera fortalecido la opción de Ernesto Cordero, fueron echadas abajo por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Por otra parte, la muerte de su principal operador político, José Francisco Blake Mora, exsecretario de Gobernación, en un accidente cuyas causas han quedado dispersas en el imaginario colectivo como las propias piezas de la aeronave en que viajaba el 11 de noviembre, dejaron muchas dudas en el país sobre la solvencia de la Presidencia de la República para mantener no la paz sino el equilibrio político en medio de la guerra. Por último, la derrota sufrida por la hermana del Presidente en Michoacán profundizó la caída del partido gobernante y, por si fuera poco, su antigua aliada, la dirigente magisterial Elba Esther Gordillo, ha alquilado su partido a Enrique peña Nieto.

Solo y sin definición sobre quién puede sacar la elección, entrampado en el capricho del Presidente, el PAN irá débil y solo a los comicios del año próximo. Así las cosas.

lunes, 14 de noviembre de 2011

La muerte ronda a Calderón


Es posible que nunca sepamos las causas reales por las que el fatídico viernes 11 se desplomó el helicóptero en que viajaba de la Ciudad de México a Cuernavaca el secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora, causando la muerte de quien ocupó la misma dependencia que Juan Camilo Mouriño Terrazo, también fallecido en el mes de noviembre, pero el día 4, cuando se desplomó en el DF el avión en que regresaba de una gira por San Luis Potosí, en 2008, sin haber cumplido 10 meses en el cargo, luego de sustituir a Francisco Ramírez Acuña.



Blake tuvo la misma suerte que el político campechano, quien hoy se hubiera perfilado como el candidato presidencial panista en lugar de Josefina Vázquez Mota; sin embargo, a diferencia de él, el tijuanense logró estar al frente de la Segob seis meses más.
                
Que las aeronaves del gobierno federal estén tan averiadas que puedan ser recurrentes los accidentes aéreos, da en qué pensar. Independientemente de la opinión que merezcan los funcionarios federales, incluidos el presidente Felipe Calderón, es una desgracia que los mexicanos sintamos la zozobra de que en cualquier momento los desperfectos en esos aparatos puedan poner en riesgo a quienes en ellos viajan, sobre todo cuando se ha informado que el helicóptero caído lo usaría el Presidente de la República.
                
¿Qué está pasando con el mantenimiento de la flota de las fuerzas armadas? Algo deberá explicar el gobierno federal.

Porque no solo han fallecido dos secretarios de Gobernación y sus colaboradores cercanos, lo que de suyo constituye una desgracia para el país y, sobre todo, para sus familias. En el ambiente, estos accidentes frecuentes en que pierden la vida cuadros de primera línea de un Presidente que no ha sido muy favorecido por contar con un equipo grande de colaboradores del cual echar mano, lo que genera es rumores, versiones hasta descabelladas, una de las cuales identifica en todos los casos la mano del crimen organizado.

              
Raúl Benítez Manaut, investigador del Centro de Estudios para América del Norte de la UNAM, según lo publicado en Excélsior, dijo algo que no tiene desperdicio: “El gobierno tendrá que dar un informe técnico muy bien hecho y preciso, con credibilidad, y si fue un atentado, tendría que reconocerlo para evitar rumores”. El accidente “genera una gran incertidumbre política porque genera dudas sobre la capacidad del presidente para dar seguridad a sus funcionarios, genera dudas de una capacidad operativa de algún cártel del narcotráfico que pudiera ser responsable”.

Duda que algo queda

Lo más posible es que el peritaje de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, ahora al mando del joven Dionisio Pérez-Jácome Friscione, a través de la Dirección General de Aeronáutica Civil, señale como causa del accidente la poca visibilidad que había en el Estado de México y que, por supuesto, fue provocado por una falla humana, no del piloto sino de quienes autorizaron la salida de la aeronave pese a supuestamente tener conocimiento de malas condiciones climáticas.
                
Y es que las condiciones meteorológicas siempre son un factor que se considera antes de emprender un vuelo. La duda estriba en que la aeronave se desplomó, no chocó contra algún cerro, como ocurrió el 21 de septiembre de 2005, cuando murió en un percance aéreo el secretario de Seguridad Pública de Vicente Fox Quesada, Ramón Martín Huerta, al estrellarse el helicóptero en que viajaba contra la parte superior del cerro conocido como La Cima, en el estado de México.

El propio presidente Felipe Calderón consideró horas después del desplome del helicóptero del Estado Mayor Presidencial, sin esperar la versión de los expertos, que la nubosidad pudo ser la causa, porque los pilotos de la Fuerza Aérea Mexicana tenían probada experiencia, lo que fue corroborado por la Secretaría de la Defensa Nacional.

Lo extraño del asunto es que personal del servicio meteorológico nacional, en especial Javier Albarrán, había declarado a W Radio, pasadas las 12:00 horas, que las condiciones eran propicias para el vuelo (no había nubosidad y las ráfagas de viento eran sumamente débiles en la zona). Pese a contar con esa información, el presidente Calderón dijo dos horas después que la nubosidad habría provocado el accidente.
                
Para nadie es un secreto que, en casi todos los casos, los funcionarios que han fallecido en accidentes aéreos han estado ligados a acciones relacionadas con el combate al crimen organizado. Tan ha causado conmoción el hecho de que el principal impulsor de los operativos conjuntos como el que se aplica en nuestra entidad haya fallecido en similares circunstancias que uno de sus antecesores, que la Bolsa Mexicana de Valores mostró un ajuste al conocerse la desgracia, aunque después volvió a su tendencia alcista.

Juan Marcos Gutiérrez, subsecretario de Gobierno, quedó a cargo de la dependencia. Luego de los días de luto, Felipe Calderón deberá nombrar a su quinto inquilino del Palacio de Cobián en la calle de Bucareli, luego que dos han fallecido en trágicos accidentes. Y lo deberá hacer con mucha calma, primero, porque cualquiera lo pensaría dos veces para aceptar el cargo, y segundo, porque el país necesita a un experto en dos materias: seguridad pública y procesos electorales.

Una estela de desgracias

A la muerte de su cuarto secretario de Gobernación, el gabinete parece estar marcado por la desgracia. A las más de 40 mil personas fallecidas en la guerra emprendida contra el crimen organizado, cuya cifra crece con desmesura con el paso de los días, no solo de delincuentes sino también de ciudadanos pacíficos, Felipe Calderón enfrenta la gravedad de su secretario de Educación Pública y exaspirante a la candidatura presidencial panista, Alonso Lujambio.

En su tránsito por tres hospitales, donde ha estado internado, el mismo viernes la Presidencia de la República tuvo que reconocer que el titular de la SEP padece cáncer de médula ósea, lo que ha agravado un cuadro de insuficiencia renal.

Habría que ver si, además de Gobernación, Calderón no deberá nombrar a un nuevo secretario de Educación, habida cuenta de que Lujambio lleva varias semanas sin operar esa importante dependencia y no se ve que pronto pueda regresar a sus oficinas.

Para colmo, su hermana Cocoa habría perdido las elecciones en Michoacán, con lo que Felipe Calderón podría considerarse como el sepulturero del Partido Acción Nacional.

lunes, 7 de noviembre de 2011

La deuda con Xalapa

A quienes vivimos en la capital de Veracruz, cada vez nos queda más claro que Xalapa es el patito feo de la entidad.

Mientras Boca del Río se ornamenta con obras de gran calado, que permiten identificarla como una urbe moderna en materia de infraestructura urbana (hablo de su zona turística), y Coatzacoalcos presume de avenidas espaciosas y un teatro que ya quisiéramos un día prestado, Xalapa se hunde en el ambiente de ciudades orientales, anárquicas y convulsas, donde el tráfico parece una pesadilla que solo la noche resuelve medianamente.

Como ha dicho el exalcalde Armando Méndez de la Luz, Xalapa requiere urgentemente de una cirugía mayor. Tiene razón. Las grandes avenidas, abiertas a punta de decretos expropiatorios con grave costo para el erario, invariablemente semejan embudos de decantación de laboratorio, que se ensanchan por el medio pero se cierran en sus extremos creando verdaderos nudos gordianos.

La mayoría del tráfico vehicular fatiga las estrechas rúas del centro histórico y, cuando los automovilistas se aventuran por avenidas alternas, tardíamente se percatan de que han ingresado en un laberinto más tortuoso.

Pese a que 2011 ha sido un año para el olvido en materia de obra pública, al menos en lo que se refiere a la capital, los xalapeños (de nacimiento o avecindados) debiéramos unirnos con una sola voz para demandar las obras que ya urgen y la infraestructura urbana que nos siguen debiendo los últimos cuatro gobiernos estatales.

La alcaldesa Elízabeth Morales García, una experta en materia de mercadotecnia de la miseria, dada a promoverse con la entrega de limosnas que le han redituado votos y popularidad, apenas pavimenta una avenida que no llega a los 400 metros de longitud y se avienta la broma de que su mandato será “la administración de las avenidas”, mientras su equipo de prensa señala en boletines que es “la administración municipal que ha ejercido la mayor inversión en obra pública en la historia de la ciudad en beneficio de los ciudadanos”.

Habituada a cortar listones, la locutora de televisión parece vivir en un mundo de caramelo, cuando todo mundo sabe que las inversiones estatales más fuertes se han destinado a Tuxpan y Boca del Río, que no a Xalapa, donde ni el problema de la basura se ha resuelto en el muy cercano Parque Juárez.

La administración del gobernador Javier Duarte debiera tomar como suyas las demandas y llamadas de auxilio de los habitantes de esta ciudad. En vano serán las acciones de promoción turística para ella si nuestros visitantes, cualquiera sea el número de los que convenzamos, juran no volver a una ciudad caótica que está hecha para todo, menos para atender al turismo.

De sobra sabemos que este año no ha habido recursos públicos, pero es tiempo de poner en el tintero de nuestros planeadores urbanos proyectos definitivos que recuperen para Xalapa su carácter de ciudad.


Un Ebrard para la ciudad

Ha sido costumbre que cada gobernador deje su impronta en la ciudad. Sin embargo, luego de don Agustín Acosta Lagunes, los que le siguieron solo hicieron obras para que los recordáramos pero ninguno ha hecho la tarea a fondo para resolver el grave problema urbano que presenta la ciudad.

Por desgracia, en el ayuntamiento no hay una autoridad con propuestas de envergadura. Xalapa necesita no a un político que base su gestión medrando con las dádivas y la filantropía al más decantado estilo populista sino uno de gran visión que busque, hasta por debajo de las piedras, los recursos necesarios para hacer obras viales que resuelvan los problemas, así sean túneles o segundos pisos, como lo ha hecho Marcelo Ebrard en la Ciudad de México.

Un alcalde o alcaldesa que convenza a las autoridades federales y estatales, incluso a la iniciativa privada y a los ciudadanos, de que es necesario pagar la enorme deuda que se tiene con Xalapa, una capital miserable para un “estado próspero”.

Mientras el problema vial se agrava en el centro histórico, los habitantes de decenas de asentamientos humanos, la mayoría de ellos irregulares, viven en la ciudad como si formaran parte de reservaciones marginadas de los servicios públicos más indispensables. En otro horizonte, miles de casas se construyen en diferentes rumbos, sin que las autoridades estatales y municipales diseñen las vías de comunicación que requerirán miles de familias que deben transitar por la ciudad.

Ya es hora de que Xalapa sea considerada en la prosperidad que tanto se pregona.

El primer informe de Duarte


Incorporado a la lista de estados donde campea y coletea la delincuencia organizada, lo que ha llevado a la implantación de un operativo conjunto con las fuerzas federales, el estado de Veracruz se apresta a conocer los detalles del informe del primer año de gobierno de Javier Duarte de Ochoa, que entregará por escrito al Congreso local el próximo 15 de noviembre.

Para nadie es un secreto que Duarte recibió un Veracruz a punto del coma en todos sus aspectos. El primer punto que debió combatir como médico de la sala de emergencias fue no la falta de recursos en el erario público sino lo que le sigue: abultados números negativos, créditos astronómicos adquiridos con instituciones bancarias mediante contratos perjudiciales para el estado, deudas acumuladas con proveedores, innumerables pasivos que lo colocaron en una situación de extremo riesgo.

Para evitar que la cosa se inflara, puso una alerta severa a los servidores públicos al dar cauce legal a denuncias contra exfuncionarios municipales por una escalada de corrupción que había tenido su origen en el ejemplo puesto por su antecesor. Aunque encarceló solo a exediles de municipios con presupuestos pequeños, lo cierto es que sirvió de mensaje para autoridades municipales en ejercicio y para quienes integran la maquinaria pública estatal, de que no se iban a perdonar manos sucias en la caja.

Durante los primeros meses de su gobierno, Duarte debió hacer acopio de conocimiento e imaginación para contar con recursos al menos para el pago de la nómina y, un tiempo después, para resarcir a proveedores lo que se les adeudaba, con lo que se empezó a generar una pequeña reactivación en una economía golpeada duramente por la corrupción, los fenómenos meteorológicos y el yugo de los grupos delictivos cuyo accionar había sido permitido e, incluso, protegido de la acción de las fuerzas federales de seguridad.

El anuncio del Plan Veracruzano de Desarrollo y del programa “Adelante” ayudó a generar algunas expectativas, pero la situación financiera ha opacado los enormes retos que ha asumido el gobernador Javier Duarte. Para la mayoría, si no es que para todos, la situación en las finanzas públicas hizo prever un periodo de vacas flacas, de acciones de bajo y mediano impacto, mientras hacían efecto los acuerdos de refinanciamiento y la llegada de nuevos recursos.

Al final del año fiscal, poco es lo que se ha mejorado, a no ser el cumplimiento de los compromisos con terceros, principalmente con las instituciones bancarias. Aunque se han anunciado algunas obras, la mayoría de ellas no serán iniciadas sino hasta que pase el vendaval, y el próximo año experimentaremos muchas dificultades porque en todo el país la inversión pública será vista como ingrediente electoral, por lo que seguramente las arcas federales no soltarán el grueso de los recursos a estados, salvo a los gobernados por el PAN, hasta después de julio.

Lo que puede salvarnos

El principal tema económico al principio de su gobierno, el sector turístico, está siendo golpeado de manera muy severa. Nuestra incorporación a la lista de estados con mayor violencia nos afectará al menos por uno o dos años más.

Por ello, más que del lado público o de los inversionistas de este sector, lo que nos puede dar un cierto alivio económico son las inversiones de las grandes corporaciones industriales que tienen su vista fija principalmente en el sur de Veracruz.

Año complicado y complejo, ha dicho Javier Duarte. Y nadie lo duda. El grave problema es que 2012 no tiene visos de una mejoría sustancial, por lo que los problemas tendrán acaso otras características si no nos afectan todavía más los fenómenos meteorológicos que hasta el momento han sido muy benignos en comparación con los sufridos en 2010.

El optimismo de Javier Duarte puede ser bueno para alentar a las fuerzas productivas, pero la propuesta de ley federal de egresos para 2012 acota mucho los recursos para estados y municipios. Es cierto que está pronta la reestructuración de la deuda del estado, con apoyo de la Secretaría de Hacienda, lo que permitiría disponer de recursos con los que no se ha contado este año. También es cierto que ha disminuido el gasto corriente mediante una dura restructuración de la administración pública estatal.

El problema es que tras de Veracruz están los acreedores, y no perdonan. Y vienen elecciones presidenciales.