viernes, 31 de enero de 2014

Adolfo Mota, en el limbo

No habría sido necesario el trago amargo del movimiento magisterial para darnos cuenta de la inoperancia del secretario de Educación, Adolfo Mota Hernández.

Su proverbial falta de oficio ya era motivo de comentarios en los pasillos de la dependencia desde que tomó posesión del cargo, opinión que habría de profundizarse con el tiempo y, sobre todo, durante las jornadas de protesta magisterial, en que todos operaron para resolverlo menos el devaluado jovenzuelo a quien los profesores lo tienen en la mira por preocuparse más por colocar en la nómina a sus parientes.

Nunca como en su gestión, el poder del SNTE se ha mostrado tan plenamente en la conducción de la educación pública de Veracruz, al controlar las áreas nodales en una dependencia que cuenta con el mayor presupuesto entre todas las secretarías estatales.

A los 34 años, luego de haber sido diputado local, diputado federal y dirigente del PRI veracruzano, Mota Hernández arribó a la SEV con apenas la experiencia de haber sido subsecretario de Desarrollo Educativo y Cultural, durante la gestión de Víctor Arredondo, aunque el puesto lo usó exclusivamente para promover su candidatura a la diputación federal por su natal Coatepec, lo que quiere decir que no aprendió ni la tabla del dos.

Figura malamente decorativa, todos apuestan a que le peleará a la secretaria de Protección Civil, Nohemí Guzmán Lagunes, la diputación federal por Coatepec, porque su paso por la SEV no ha sido gris, sino lo que sigue.

Carente de capacidad en el tema que gobierna, no supo prevenir el conflicto magisterial, que le explotó en las manos y mantuvo durante meses en graves problemas a la población de la entidad y a su gobierno, y tuvieron que intervenir otros actores políticos para someterlo.

Durante su comparecencia ante la Legislatura local, en ocasión de la glosa del tercer informe del gobernador Javier Duarte de Ochoa, en noviembre pasado, debió postergarse por horas su asistencia para lograr antes la desmovilización de los maestros que protestaban contra la reforma educativa, y su intervención fue señalada de extremadamente gris.

¿Qué le depara el futuro al bisoño secretario?

¿Regresará a lo que sí sabe hacer?

Adolfo Mota Hernández ha sobresalido por su carrera de militante priista. Antes de su infausta incursión en la administración pública, su currículo muestra solo puestos partidistas (dirigente estatal del Frente Juvenil Revolucionario, secretario general y presidente del CDE del PRI), además de la diputación local y la diputación federal.

Aunque con licenciaturas en Economía y Derecho Fiscal, Mota Hernández estaba más interesado en la grilla política y en sus beneficios. De hecho, pese a la oposición del entonces gobernador Fidel Herrera Beltrán, fue candidato y, con apoyos extra del partido, logró vencer a un casi invencible panismo que le había puesto el pie en la cabeza al priismo veracruzano en el noveno distrito.

No hubo día de su trabajo como subsecretario en Desarrollo Educativo y Cultural, uno de los puestos más inservibles en la SEV, que no usara para visitar las escuelas de los municipios que conforman ese distrito electoral federal para reunirse con los padres de familia, llevarles mobiliario, endulzarles el oído con su buena oratoria.

Ese trabajo constante, el apoyo desde la propia secretaría de Educación y, según las malas lenguas, el de su tío Jacinto Mota, el Chinto, originario de Plan de las Hayas y amigo de El Señor de los Cielos, le permitieron hacerse con la diputación federal, en cuyo cargo no hizo otra cosa más importante que lograr una amistad fuerte con el actual líder del Senado, Emilio Gamboa Patrón.

Como anécdota, una de sus pocas iniciativas, desechada por cierto y hoy retomada en el texto de la reforma político-electoral, fue que se reformaran los artículos 59 y 116 de la Constitución para permitir que los senadores pudieran ser reelectos por un periodo inmediato más y los diputados hasta por tres periodos consecutivos.

De manera que el trabajo de Adolfito debiera tener como vertiente la política a pie de piso, el trabajo electoral, la promoción partidista, que no ha dejado de hacer, y desocupar la oficina principal de la SEV a alguien que logre darle continuidad y lustre a la educación en Veracruz.

Y es que vienen momentos tan importantes como difíciles, como la implantación de la reforma educativa, en que se hace necesaria la presencia de un personaje que tenga no solo experiencia administrativa y de mando (que no la tiene Mota), sino además suficientes argumentos para negociar con tirios y troyanos.


Lo necesita el gobernador Javier Duarte de Ochoa y lo necesita el pueblo de Veracruz.

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