No habría sido necesario el trago amargo
del movimiento magisterial para darnos cuenta de la inoperancia del secretario
de Educación, Adolfo Mota Hernández.
Su proverbial falta de oficio ya era motivo
de comentarios en los pasillos de la dependencia desde que tomó posesión del
cargo, opinión que habría de profundizarse con el tiempo y, sobre todo, durante
las jornadas de protesta magisterial, en que todos operaron para resolverlo
menos el devaluado jovenzuelo a quien los profesores lo tienen en la mira por
preocuparse más por colocar en la nómina a sus parientes.
Nunca como en su gestión, el poder del
SNTE se ha mostrado tan plenamente en la conducción de la educación pública de
Veracruz, al controlar las áreas nodales en una dependencia que cuenta con el
mayor presupuesto entre todas las secretarías estatales.
A los 34 años, luego de haber sido
diputado local, diputado federal y dirigente del PRI veracruzano, Mota
Hernández arribó a la SEV con apenas la experiencia de haber sido subsecretario
de Desarrollo Educativo y Cultural, durante la gestión de Víctor Arredondo,
aunque el puesto lo usó exclusivamente para promover su candidatura a la
diputación federal por su natal Coatepec, lo que quiere decir que no aprendió
ni la tabla del dos.
Figura malamente decorativa, todos
apuestan a que le peleará a la secretaria de Protección Civil, Nohemí Guzmán
Lagunes, la diputación federal por Coatepec, porque su paso por la SEV no ha
sido gris, sino lo que sigue.
Carente de capacidad en el tema que
gobierna, no supo prevenir el conflicto magisterial, que le explotó en las
manos y mantuvo durante meses en graves problemas a la población de la entidad
y a su gobierno, y tuvieron que intervenir otros actores políticos para
someterlo.
Durante su comparecencia ante la
Legislatura local, en ocasión de la glosa del tercer informe del gobernador
Javier Duarte de Ochoa, en noviembre pasado, debió postergarse por horas su
asistencia para lograr antes la desmovilización de los maestros que protestaban
contra la reforma educativa, y su intervención fue señalada de extremadamente
gris.
¿Qué le depara el futuro al bisoño
secretario?
¿Regresará
a lo que sí sabe hacer?
Adolfo Mota Hernández ha sobresalido por
su carrera de militante priista. Antes de su infausta incursión en la
administración pública, su currículo muestra solo puestos partidistas
(dirigente estatal del Frente Juvenil Revolucionario, secretario general y
presidente del CDE del PRI), además de la diputación local y la diputación
federal.
Aunque con licenciaturas en Economía y
Derecho Fiscal, Mota Hernández estaba más interesado en la grilla política y en
sus beneficios. De hecho, pese a la oposición del entonces gobernador Fidel
Herrera Beltrán, fue candidato y, con apoyos extra del partido, logró vencer a
un casi invencible panismo que le había puesto el pie en la cabeza al priismo
veracruzano en el noveno distrito.
No hubo día de su trabajo como
subsecretario en Desarrollo Educativo y Cultural, uno de los puestos más
inservibles en la SEV, que no usara para visitar las escuelas de los municipios
que conforman ese distrito electoral federal para reunirse con los padres de
familia, llevarles mobiliario, endulzarles el oído con su buena oratoria.
Ese trabajo constante, el apoyo desde la
propia secretaría de Educación y, según las malas lenguas, el de su tío Jacinto
Mota, el Chinto, originario de Plan de las Hayas y amigo de El Señor de los
Cielos, le permitieron hacerse con la diputación federal, en cuyo cargo no hizo
otra cosa más importante que lograr una amistad fuerte con el actual líder del
Senado, Emilio Gamboa Patrón.
Como anécdota, una de sus pocas
iniciativas, desechada por cierto y hoy retomada en el texto de la reforma
político-electoral, fue que se reformaran los artículos 59 y 116 de la
Constitución para permitir que los senadores pudieran ser reelectos por un
periodo inmediato más y los diputados hasta por tres periodos consecutivos.
De manera que el trabajo de Adolfito
debiera tener como vertiente la política a pie de piso, el trabajo electoral,
la promoción partidista, que no ha dejado de hacer, y desocupar la oficina
principal de la SEV a alguien que logre darle continuidad y lustre a la
educación en Veracruz.
Y es que vienen momentos tan importantes
como difíciles, como la implantación de la reforma educativa, en que se hace
necesaria la presencia de un personaje que tenga no solo experiencia
administrativa y de mando (que no la tiene Mota), sino además suficientes
argumentos para negociar con tirios y troyanos.
Lo necesita el gobernador Javier Duarte
de Ochoa y lo necesita el pueblo de Veracruz.
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