Lobbismo o cabildeo es lo que ha faltado, y mucho, en la Universidad Veracruzana desde que Arias Lovillo asumió el cargo de rector.
Hace ya muchos años que el gobierno federal detuvo los incrementos presupuestales por la vía del subsidio ordinario, para poner en juego una competencia, a veces atroz, entre las universidades públicas por disponer del denominado presupuesto extraordinario.
Como todo mundo lo ha podido constatar, en materia de ampliación de la infraestructura física, la UV ha crecido de manera marginal, sobre todo en comparación con lo logrado en la gestión de su antecesor.
En los últimos cinco años sólo los proyectos de las unidades de servicios bibliotecarios y de información (USBI) en los campus de Ixtaczoquitlán y Córdoba han podido ser finiquitados.
El otro proyecto, la sala de conciertos para la Orquesta Sinfónica de Xalapa, en el Campus para la Cultura, las Artes y el Deportes de la capital veracruzana, ha crecido a la velocidad de una oruga, pese a que el anterior mandatario estatal muchas veces se llenó la boca con pronósticos inexactos sobre su entrega a la comunidad xalapeña.
Ha habido, sí, proyectos arquitectónicos para institutos y facultades en diversos campus universitarios, pero lo cierto es que no se ha manifestado el empuje que permitió dotar a la UV de establecimientos dignos y modernos para el fomento de la docencia, la investigación, la lectura, la confluencia con las nuevas tecnologías y el aprecio por la cultura y las artes.
¿Falta capacidad en la universidad para elaborar proyectos que compitan con los de otras universidades y obtengan recursos extraordinarios que compensen las desigualdades que acusa el presupuesto ordinario?
Por supuesto que no. Es la misma comunidad universitaria que atrajo, en tiempos anteriores, importantes inversiones para proyectos orientados a fortalecer la calidad académica, el soporte tecnológico indispensable y las instalaciones modélicas con que hoy cuenta.
Lo que falta es un equipo administrativo central que empuje hacia la definición de proyectos que convenzan a las autoridades federales, con una visión integral.
Y eso es de lo que adolece la administración que encabeza Raúl Arias Lovillo.
Por eso se desgañita en el desierto, acompañado de un coro en que sobresale la voz de tenor del diputado Enrique Levet Gorozpe, dirigente del sindicato académico (Fesapauv) y de la Confederación Nacional de Trabajadores Universitarios (CONTU).
Pero el famoso Papo Levet hace bien en movilizar a sus huestes para presionar al gobierno federal para que materialice incrementos importantes a educación superior.
El problema es que el rector Raúl Arias Lovillo se sienta dirigente sindical y salga a las calles para corear consignas, cuando lo suyo es cabildear en el congreso federal y ponerse en mangas de camisa para generar propuestas que le atraigan recursos de las bolsas del presupuesto extraordinario.
¿O lo que quiere es que se le recuerde como el activista político de izquierda que fue en su ya lejana juventud?
Fotos:
1. Vista de la USBI de Ixtaczoquitlán
2. Sala de conciertos: proyecto inconcluso
3. Dip. Enrique Levet Gorozpe
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