martes, 2 de marzo de 2010
¿Una UV estrictamente académica?
Una decisión por defecto no puede dar como resultado la consagración de un ideario. Por eso no sería posible tomar en serio la desafortunada frase con que la UV expresa, en comunicado de prensa, que con las designaciones de Rolando Cordera Campos y Alberto Olvera Rivera como miembros de la Junta de Gobierno, el Consejo Universitario “fortaleció [el lunes] la vocación estrictamente académica de la institución”.
Si el fallido apotegma fuera cierto, cualquier desprevenido pensaría que, antes de estas designaciones, por la Junta de Gobierno habrían pasado basquetbolistas profesionales, cómicos de la cuadra, políticos en desgracia, prostitutas pechugonas o retrasados mentales, cuando la verdad es que siempre se ha nutrido con el apoyo de reconocidos académicos locales y nacionales.
En todo caso, lo cierto es que la presencia del economista y el politólogo asegurará el alto nivel de debate en el seno de la Junta de Gobierno (no de la Universidad Veracruzana), lo que demostraría el buen juicio de los consejeros universitarios que votaron por estas incorporaciones.
Porque si a esas vamos, cómo justificar la aprobación del doctorado Honoris Causa a uno de los más fuertes fundadores del movimiento de la nueva trova cubana, Silvio Rodríguez, de quien poco conocemos una aportación “estrictamente académica”. Y mire que soy, desde hace más de 30 años, fiel seguidor de su música y sus letras.
Los doctorados Honoris Causa aprobados para Gilberto Guevara Niebla, Eusebio Leal Spengler, Manuel Montoro Tuells y Mateo Valero Cortés mantienen la línea académica, pero la de Silvio se asemeja a otros otorgados por la actual administración universitaria y que tienen que ver más con ciertas filias y regocijos.
Por lo demás, ninguna universidad es “estrictamente académica”. No lo puede ser. No la universidad del siglo XXI, obligada a poner en juego el conocimiento que genera o difunde a favor de la sociedad a la que se vale. Y la Universidad Veracruzana es un ejemplo maravilloso de lo que puede (y debe) hacer una institución educativa a favor de la población que la sustenta.
Es la universidad el factor crítico más dinámico, donde se forman quienes van a actuar socialmente desde diversos ámbitos, y por ello no debe permanecer como un monasterio resguardado tras elevadas atalayas.
Es cierto que lo político no debe desbordar lo académico y, en ese sentido, es pertinente la preocupación del rector, en el sentido de pedir a los miembros de la comunidad universitaria que defiendan la autonomía y eviten que la próxima contienda electoral desestabilice a la institución.
Pero pensar en una UV estrictamente académica, ¿a qué asesor de planta o espontáneo se le ocurrió?
En la UV: construir y mantener
Para el rector Raúl Arias Lovillo, los tres grandes ejes rectores de la política universitaria en su segundo periodo rectoral serán descentralización, innovación académica y sustentabilidad. Eso dejó en claro en el Consejo Universitario General realizado este lunes en el Museo de Antropología.
No se lee más de lo dicho por él en este tema durante su intervención, y es posible que haya aportado más elementos que permitan intuir los rasgos más pedestres de la estrategia universitaria para lograrlo, pero lo normal es que sus comunicados de prensa dejen mucho (o todo) a la imaginación.
De cualquier manera, hay puntos que deberán atenderse, acaso como líneas transversales o como ruedas para los extremos de esos tres ejes, y que la comunidad universitaria sopesa hace algunos ayeres.
Uno de ellos tiene que ver, más que con la ampliación de la infraestructura física universitaria (tema en el que Arias no ha sido particularmente exitoso), con el mantenimiento y mejora de la que ya existe.
Por distintos rumbos de la UV, no sólo en las regiones que las autoridades no pisan a menudo sino incluso en Xalapa, en aquellos sitios en que es común y frecuente la realización de actividades del más alto nivel, se observan los efectos del tiempo y el abandono.
Goteras, grandes áreas sometidas a la oxidación, desprendimiento de pintura, en fin, una amplia gama de efectos derivados de la falta de mantenimiento, pueden observarse con cierta tristeza aún en edificios icónicos como la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI).
Son obras, muchas de ellas, que costaron mucho esfuerzo y dinero, con una gran utilidad para lo académico, que sería grave mantener en el olvido.
Eso podría consentirse en la herrumbrosa y descascarada señalización que vive sus peores días por todos los campus e instalaciones universitarias. Al fin que siempre habrá a quién preguntarle por el sitio que buscamos. Lo grave es que ello suceda en edificaciones que sustentan justamente los tres ejes enunciados por Arias Lovillo.
Ojalá que en la propuesta de presupuesto para 2010, que asciende a cuatro mil 583 millones 638 mil pesos, haya recursos destinados a este dignísimo propósito.
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