De piel sensible, como todo aquel que se precie de haber nacido en una buena familia, el secretario de Desarrollo Económico y Portuario de Veracruz, Érick Porres Blesa, envió en marzo pasado una carta “aclaratoria” por mis comentarios sobre su actuación al frente de una secretaría que, está por demás decirlo, siempre ha sido de adorno, pese a que los temas que maneja son nodales para el desarrollo de Veracruz.
En su momento, comenté que el bisoño funcionario, “sin experiencia en la administración pública” (una verdad difícil de desmentir), “pillado a mitad de sus estudios de maestría en Comunicación por la Universidad Ideroamericana”, debía tener algún valor escondido que, desde fuera, era difícil calibrar, como para encargarle una secretaría de estado.
En su carta también mostró sus dificultades para la comunicación, pese a estar (según dicen) a punto de ser considerado maestro en el tema. De entrada, atribuyó a desinformación o mala fe mis comentarios críticos sobre su gris actuación.
Desacatando el refrán donde se señala que elogio en boca propia es vituperio, el joven Porres (y juventud no es sinónimo de impericia, pues por otra parte vemos a uno que nos gobierna con mano firme), Porres Blesa habla de proyectos de trabajo (que ni enumera ni describe) que la secretaría bajo su temblorosa mano desarrolla desde el inicio de la administración, y “donde por instrucciones del gobernador Javier Duarte de Ochoa se ha atendido puntualmente una ardua agenda de trabajo para el engrandecimiento de nuestro Estado”.
Mala fe no hubo. Esa manía de los poderosos por atribuir a mala fe las críticas que merece su trabajo colinda con la intolerancia de regímenes totalitarios. ¿Desinformación? Es posible que la hubiera, pero en todo caso ha sido su responsabilidad o de la de su enlace de prensa. En su momento (e iba ya 90 días en el cargo), Porres Blesa había sido prolijo al hablar ante la prensa sobre expectativas económicas del Carnaval de Veracruz, tema que era propio de la secretaria de Turismo, Leticia Perlasca.
En la carta aclaró que había hablado al respecto para responder a pregunta de un reportero y no a iniciativa propia. Está bien. Sin embargo, poco o nada se ha sabido de él luego de su sentida carta a los editores de mi columna en varios medios de comunicación impresos y en línea, en que me acusa de malandrín y desinformado.
Nada… hasta este martes 3 de mayo cuando, en ocasión de tomar la protesta a los presidentes de las ocho delegaciones de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) en el estado, el gobernador Javier Duarte de Ochoa instruyó al secretario de Desarrollo Económico, Erick Porres Blesa, “a ser un enlace eficaz”.
¿Acaso no ha sido eficaz?
Forma es fondo, decía el legendario político tuxpeño, Jesús Reyes Heroles. La petición del gobernador Duarte frente a los dirigentes empresariales (reproducido en el boletín oficial), no tiene desperdicio. Puede repetir Porres que yo actúo de mala fe al interpretar erróneamente una instrucción tan precisa de su jefe.
Lo cierto es que el contenido de la frase se presta, al menos, a varias interpretaciones: ¿Porres no ha sido eficaz en algo tan elemental como servir de puente entre el gobierno estatal y los empresarios? ¿Acaso no ha tenido capacidad para plantear una fructífera interlocución que permita al aparato estatal atender a uno de los más importantes factores de la producción?
En su discurso, el gobernador Duarte también le pidió trabajar al lado de Canacintra en las estrategias de impulso a las pequeñas y medianas empresas como lo marca el Plan Veracruzano de Desarrollo 2011-2016.
A veces, los jefes envían mensajes de rebote. Duarte pudo haber dicho sesdadamente a los industriales lo que hará su gobierno, mediante instrucciones a sus subalternos (Te digo, Juan, para que lo entiendas, Pedro).
Pudo también señalar que con su gobierno habrá una comunicación óptima con la Canacintra, sobre todo ahora que un empresario veracruzano, Miguel Aguilar Morales, fue electo Vicepresidente Nacional Sur de la cámara y, para ello, le dijo públicamente al joven Porres cómo debía actuar.
Pero dichas hipótesis que las esgrima don Érick si se anima a seguir mandando cartitas aclaratorias. Yo me quedo con la versión de que su propio jefe no confía en su eficacia como funcionario orientado a generar sinergias con las empresas, así sean pequeñas, medianas o grandotas.
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