Mientras el gobernador Javier Duarte acudió a las instalaciones del PRI a reunirse con su otrora adversario por la candidatura al Gobierno de Veracruz, Héctor Yunes Landa, hoy dirigente estatal del PRI, a dar su sustancioso óbolo (más de 40 mil pesos) para que las finanzas partidistas recobren su antiguo esplendor, el secretario general de Gobierno, Gerardo Buganza Salmerón, se ha salvado a tiempo de la peluqueada.
En sentido estricto, aunque colabora para un gobierno priista, Buganza Salmerón se ha mantenido a distancia de las organizaciones políticas registradas, luego de renunciar al Partido Acción Nacional cuando Felipe Calderón operó directamente para que el candidato a la gubernatura fuera Miguel Ángel Yunes Linares.
Buganza Salmerón ha sido, desde el principio, una piedra en el zapato para muchos priistas, sobre todo para aquellos que se consideraban con el derecho a obtener su posición en el gabinete duartista.
Su declaración reciente en el sentido de que no piensa afiliarse al PRI y, por tanto, no está obligado a sostenerlo económicamente con sus cuotas, ha encendido la molestia de quienes, mal o bien, tenían equipo y proyecto para manejar la política estatal.
“Soy un ciudadano comprometido, político desde luego, y lo único que busco es acompañar al gobernador Javier Duarte para que sea el mejor gobierno que haya tenido Veracruz en los últimos años”.
Eso dijo el político cordobés que hace más de seis años estuvo a punto de gobernar Veracruz en lugar de Fidel Herrera, a quien solo le salvó la votación que Dante Delgado le arrebató al panista en las zonas consideradas como el corredor azul, desde el Puerto de Veracruz hasta Orizaba.
La cosa es que no lo dejarán en paz y, aunque ha hecho su trabajo y es posible que mantenga la confianza de su paisano Javier Duarte, lo más seguro es que lo den por diana y muchos quieran enderezar sus dardos para vulnerarlo.
El que tiene más saliva, come más pinole
Y uno de los primeros que quiere dar en el blanco (o en su cuenta en el banco) es el dirigente estatal del PRI, Héctor Yunes Landa, quien en su conferencia del lunes arriesgó varias hipótesis para acorralar al secretario de Gobierno para que dé su brazo a torcer y aporte su cuota a un partido al que no pertenece.
Con su peculiar labia, este choleño que arrimó lascas a Duarte cuando Fidel quebraba lanzas para impulsarlo a la candidatura, dijo que si no era militante, era claro que simpatizante sí lo era del PRI, en tanto que votó por ese partido para que quedara el actual gobernador.
En la lógica de quien quiere, sin costo, lograr en 2012 la candidatura priista al Senado de la República, Gerardo Buganza debe considerarse en el estatuto de simpatizante y, por obviedad, debe poner para su cuerno.
Y es que Yunes Landa no ve por dónde le caerán recursos a un partido que está prácticamente quebrado. Los que provienen del financiamiento público se están concentrando en el CEN del PRI con vista a la elección del 2012, y los que provienen del IEV están escasos y se dotan a cuentagotas.
Lo de las cuotas de sus militantes es una medida desesperada por tener recursos al menos para pagar la nómina y financiar las giras por el estado de su dirigente estatal.
Por ello, con el señuelo de regalar declaraciones vistosas, críticas demoledoras contra el PAN, sonrisas y bromas para granjearse la simpatía de los reporteros, Yunes Landa no ha tenido de otra que realizar conferencias de prensa semanales para mantenerse en los medios. Pero anda solo.
En contraposición, el PAN abre múltiples frentes por todos lados. Diputados locales y federales, delegados del gobierno federal, exfuncionarios municipales, dirigentes estatales y municipales, andan desatados abollando a un partido, el PRI, que tiene tan poca capacidad de respuesta.
Tan es así que muchas andanadas panistas ha debido responderlas directamente el gobernador Javier Duarte de Ochoa, mientras que los dirigentes de su partido andan más metidos en definir sus agendas político-electorales con miras a la elección del próximo año.
De esa manera, difícilmente logrará Yunes Landa su ansiada candidatura al Senado.
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