Algo debe estar aconteciendo dentro de la Secretaría de Salud, que dirige el doctor Pedro Anaya Rivera, que está generando mucho ruido y levantamientos sindicales que han pasado de la diatriba a la descalificación del titular e, incluso, al insulto.
Nada justifica atacar de manera tan altisonante a un funcionario, sobre todo si apenas ha entrado al servicio de una dependencia que, de lejos, ha venido arrastrando pendientes, tanto en materia de atención de la población a la que debe servir como de los trabajadores que de ella se sirven
Pero, haciendo a un lado epítetos como el de ignorante, que le endilgó José Antonio Medina Fernández, dirigente del sindicato en Orizaba, lo cierto es que las cosas no están funcionando adecuadamente.
Esta disfunción administrativa puede pasar por alto en dependencias de otra naturaleza, y no pasa nada, pero en la que tiene a su cargo el cuidado de la salud de los veracruzanos, puede tener consecuencias fatales.
¿Qué está pasando en materia de Salud en Veracruz? De entrada le ha pegado todo el tema de la obligada austeridad que debió obligar a recortar gastos que, a la luz de los nuevos funcionarios, pudieron parecer prescindibles.
Trabajadores de varias jurisdicciones sanitarias, como las de Veracruz, Orizaba y Xalapa, por ejemplo, han realizado paros de brazos caídos.
Ellos son los que tienen relación directa con un número creciente de beneficiarios, a los que deben atender con prisa y sin las condiciones en infraestructura e impedimenta sanitaria.
No sólo deben atender con abulia y premura a los pacientes, cuya cuota por médico y personal de enfermería se ha elevado en razón de la cancelación de plazas y la incorporación de derechohabientes que provienen del Seguro Popular, sino que además deben lidiar con la falta de medicamentos, instrumental, espacios, vehículos y combustibles.
En efecto, en las instalaciones de sanidad no se cuenta ni con lo más indispensable para prestar atención; los trabajadores de salud se quejan de que no cuentan ni con alcohol, gasas, mejoralitos, mucho menos ambulancias, personal suficiente, papelería, consultorios equipados.
Si hubiera una real certificación de los servicios de salud en Veracruz, saldríamos muy raspados, y entonces, el difícil tránsito de recursos federales al estado para esa materia se haría prácticamente un calvario.
Sería torpe echarle la culpa al primer funcionario que anunció el gobernador Javier Duarte en su gabinete. Se lidia con carencias que se han traslapado en medio de la verborrea frenética e ineficaz de quien nos dejó en la calle en el sexenio pasado.
Sin embargo, así como incrusta en el discurso gubernamental la promesa de mejorar la calidad de vida de los veracruzanos, algo se debe hacer a nivel de piso para hacerlo posible en el tema de la salud.
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