martes, 5 de octubre de 2010

Escritura maya e internacionalización de la UV


Absortos en la firma de convenios menos ricos en colaboración interinstitucional que en impacto mediático, los funcionarios de la Universidad Veracruzana han prestado una casi nula atención a un proyecto concebido para rendir frutos magníficos en el estudio de la escritura mesoamericana, partiendo de la cultura olmeca y recalando en la maya, que puede darle a la arqueología veracruzana –particularmente a la que hace décadas tiene como principal referente a la UV– un peso extraordinario en el ámbito internacional.

Y es que, en efecto, los funcionarios universitarios, comenzando por su rector, están en lo suyo: fortaleciendo lazos de amistad internacional, así sea en temas y con instituciones que poca exigencia le significan para el futuro académico, pero que les proveen de reflectores mediáticos en momentos en que por torpezas organizativas u omisiones comunicacionales han quedado a expensas de la crítica por no haber actuado institucionalmente, de manera oportuna, ante la desgracia que, para miles de veracruzanos (alumnos, profesores y trabajadores universitarios, incluidos), ha significado la devastación producida por los fenómenos meteorológicos recientes.

Allá ellos…

Lo cierto es que, a contrapelo de sus dirigentes, la UV se ha incorporado a uno de los proyectos más promisorios de la arqueología mundial, al lado de una corriente que, pese a ser ignorada durante el largo periodo de la llamada Guerra Fría, logró lo que otras escuelas, como la norteamericana, no hicieron: el desciframiento de la escritura maya, proeza que sólo el tiempo ha logrado reconocer en la persona del investigador Yuri Knórosov (1922-1999), lingüista, epigrafista y etnólogo ruso que encabezó el equipo.

Es evidente que las alianzas de colaboración académica se fraguan en la base. La similitud o el interés compartido en objetos de estudio por parte de los investigadores es lo que permite acuerdos que, a la postre, resultan fructíferos, a diferencia de aquéllos que se establecen desde las cúpulas administrativas, los que invariablemente naufragan en el olvido, cuando no en cuadernillos conmemorativos o en simples congresos que sólo sirven para el anecdotario.

La iniciativa alimentada con el entusiasmo irreverente de Pedro Jiménez Lara, investigador del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales, apunta a la creación del Instituto para la Escritura Mesoamericana y Maya, que tendrá como soportes académicos a la Universidad Estatal de Rusia de Ciencias Humanas (Moscú), el Centro de Estudios Mesoamericanos Yuri Knórosov (Moscú), la Universidad Veracruzana y el parque eco arqueológico Xcaret, en la Riviera Maya de Quintana Roo, que será la sede del instituto, con la idea de darle continuidad a los trabajos del doctor Knórosov, impulsados por la doctora Galina Yershova.

En lo que va del año, los representantes de los cuatro socios fundadores se han reunido para ir precisando aspectos organizacionales y académicos. En febrero se reunieron en Xcaret, en septiembre reciente lo hicieron en Moscú, hasta donde llegó Pedro Jiménez acompañado por el secretario Académico de la UV, Porfirio Carrillo, y en diciembre próximo volverán a reunirse en Quintana Roo, para inaugurar el centro e iniciar las investigaciones.

Para tener una idea de la importancia que reviste el fortalecimiento de los estudios en materia de escritura precolombina, tendríamos que echar un vistazo a lo hecho por Yuri Knósorov en los años cincuenta.

En 1952 publicó un artículo esclarecedor para el desciframiento de la escritura maya, “La escritura antigua de América Central”, en que aseguraba –según la escasa información que ofrece Wikipedia– que los glifos escritos por los antiguos mayas consistían tanto de logogramas (signos usados para representar una palabra completa) como de signos fonéticos, en los que cada glifo representa una combinación consonante-vocal. El anticomunismo enquistado en los estudiosos norteamericanos en la época de la Guerra Fría, hicieron al científico ruso objeto de múltiples descalificaciones, que habrían de caer hasta mediados de los años noventa, cuando le fue reconocido su aporte.

¿Fueron los mayas enteramente iniciadores de la escritura descifrada? Lo que pretende el instituto internacional de próxima creación es realizar trazos hacia atrás en la historia.

Según Pedro Jiménez, arqueólogo por la UV, con maestría y doctorado en Etnología y Antropología Social por la Universidad de La Sorbona París I y con un posdoctorado en Arte Rupestre por la Universidad Federal de Pernambuco (Brasil), lo que emprenderá este centro de investigación será indagar en la cultura madre, la Olmeca, para descubrir sus antecedentes. Y es que se considera que la escritura mesoamericana tuvo sus inicios en la fase identificada como epi Olmeca en regiones veracruzanas; después hubo grupos que la adaptaron a sus necesidades; en algunos casos, la modificaron, y en otros, la refinaron, como fue el caso de los mayas.

Y a este trabajo que incluirá a la UV en un proyecto de tal importancia, acude no sólo Pedro Jiménez sino también la doctora Gladys Casimir, miembros ambos de la Academia de Ciencias Antropológicas, de la que el primero es secretario ejecutivo, y que aglutina lo más selecto de la antropología, la arqueología, la lingüística, la antropología física y la prehistoria en México/Mesoamérica, lo que da idea del reconocimiento que han merecido los dos científicos de la UV en los ámbitos nacional e internacional y del que carecen en su propia casa de estudios, tan preocupados sus dirigentes en enfocarse a las ciencias políticas y sociales en razón de los reflectores que acarrea al grupo que hoy es privilegiado.

En el proyecto participa, por la parte rusa, nada menos que la continuadora del trabajo de Knósorov, Galina Yershova, directora del Centro de Estudios Mesoamericanos de Moscú, y quien ha dirigido su interés académico en la epigrafía maya, los problemas de la conciencia religiosa y la teoría de la auto-organización del antroposistema, además de ser autora de nueve libros y más de 200 textos científicos, divulgativos, de crítica literaria y de creación.

De ese tamaño será el proyecto, aunque no merezca ni un asomo de interés por parte de la rectoría.

1 comentario:

  1. The Late Classic Maya Vase (600-900 C.E.)depicted on your web page number K1185, is from the archives of the Justin Kerr, Maya Vase Data Base. This cylindrical vase in roll out form is from the Nakbe Region in Guatemala. The Maya scribe on the left holding a paint stylus in one hand and shell pot in the other, has an elongated head, reminiscent of the Maya Maize God. As a headdress he wears what appears to be an abstract bearded serpent with bifurcated tongue. A closer look however, reveals that the scribe also has a mushroom encoded into his headdress. This encoded mushroom may be an esoteric reference to an elite school of calendar priests who were skilled in prophecy and divination.

    Maya centers were ruled by a priestly caste whose duties seem to have been obsessively concerned with astronomical observations and mathematical calculations. Maya calendar priests were typically known throughout Middle America as the "enlightened ones." The Aztecs attributed this divine enlightenment to a single god named Quetzalcoatl, the Plumed Serpent, who was the legendary leader of the Toltec empire. In the 16th century Franciscan friar Bernardino de Sahagun recorded in his Florentine Codex, a multi-volume compilation of priceless Mexica ethnographic information, that the Toltecs were, above all:
    "thinkers for they originated the year count, the day count; they established the way in which the night, the day, would work; which sign was good, favorable; and which was evil, the day sign of wild beasts. All their discoveries formed the book for interpreting dreams." Through sacred mushroom rituals priests summoned the deities of creation to manifest themselves in the underworld where life regenerates from death." (Sahagun, 1969)
    For more visit mushroomstone.com
    Carl de Borhegyi

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