Si
un tema no encaja en la nueva estructura de la Secretaría de Seguridad
Pública (SSP) estatal, a cargo de Arturo Bermúdez Zurita, ese es el de la
vialidad, y es que el área de Tránsito estatal nada más no encuentra el rumbo.
A
unos meses de que fuera decretada su separación de la Secretaría de Gobierno
(donde compartía tareas con las de transporte público), Tránsito estatal se ha
quedado con tan pocos elementos que se antoja difícil abatir el número de
accidentes automovilísticos en las ciudades.
Por
añadidura, la rotación temporal de personal a grandes ciudades, ni resuelve los
de éstas y, en cambio, deja en indefensión las ciudades de donde son
trasladados, donde el número de elementos parece de risa, como en Martínez de la Torre.
Uno
de los argumentos señalados para pasar Tránsito a la SSP fue el de lograr, como en la Policía Federal , que la
gendarmería local realice tareas preventivas contra la delincuencia al tiempo
que organiza el tránsito vehicular en ciudades y caminos estatales. Hasta el
momento, ni la policía ayuda en la vialidad ni los agentes de Tránsito se han
convertido en policías.
Y
es que este salto cualitativo se está topando con una realidad que nadie puede
esconder: si en las corporaciones policíacas debieron hacer una depuración del
personal que, por sus características físicas, de edad y de salud, no podían
ejercer de jenízaros, en el caso de los agentes de Tránsito va a estar más
peliagudo.
Las cifras que no cuadran
A
no ser que la Academia
de Policía esté formando a los nuevos agentes de Tránsito con conocimiento de
las funciones policíacas, va a estar difícil que lleven a ese centro de
capacitación a agentes que, en su mayoría, rebasan los 45 años de edad, están
excedidos de peso, padecen enfermedades y nunca han hecho ejercicio.
Téngalo
por seguro que, al segundo día de capacitación en El Lencero (donde se ubica la
escuelita de Bermúdez), muchos habrán sido llevados de urgencia al hospital,
con cuadros de insuficiencia respiratoria.
Y
es que en una población como la del estado de Veracruz, en que más del 65 por
ciento radica en zonas urbanas, lo que significa que casi cinco millones de
habitantes tiene como residencia ciudades medias y grandes, Tránsito y
Transporte Público disponía (antes de su separación) de mil 600 elementos. Con
la separación administrativa, Tránsito apenas se quedó con 800 elementos.
Si
realizamos algunas rápidas operaciones matemáticas podríamos calcular que cada
agente tiene bajo su responsabilidad que más de 6 mil habitantes vivan un
panorama más o menos controlado cuando conduce, se moviliza en transporte
público o anda como peatón.
El
problema se agrava cuando consideramos que cada agente cumple un turno y no las
24 horas, de manera que si dividimos a los 800 elementos en dos turnos (dejando
la noche al arbitrio de la casualidad), entonces solo 400 estarán disponibles,
si es que no son enviados a capacitación o causan baja temporal por cuestiones
de salud.
Y
mire que por las avenidas, calles y caminos estatales se moviliza no solo el
ciudadano común sino también los hampones, por lo que el concurso de los
agentes viales es de todo perentoria, siempre que haya un número suficiente
para atender el tema.
¿Qué hay de Tránsito en Martínez?
La
situación en Martínez de la Torre es realmente precaria. ¡Qué digo precaria,
escandalosamente preocupante!
Cuando
actuaban bajo un solo mando y se encargaban de vialidad y transporte público,
en la ciudad laboraban 22 elementos que ya eran insuficientes. Con la división,
la delegación local de tránsito apenas cuenta con 11.
Bueno,
al menos en teoría, porque constantemente son llamados por la dirección general
unos seis elementos para tratar de controlar el tránsito en la capital (donde
solo tienen 36 elementos de base) y para reforzar el servicio en ciudades en
que se celebran fiestas populares, como ha ocurrido con el Carnaval de Veracruz
y las recientes fiestas en Xico.
Si
ha hecho sus cuentas, resulta que la capital de los cítricos solo dispone de
¡cinco elementos! para atender las cuestiones de vialidad, controlar el tráfico,
atender accidentes, levantar multas.
¿Cómo
se movilizan? Gracias a un escuálido parque vehicular: en efecto, sin apoyo
estatal ni municipal, cuentan con tres patrullas (dos compactos y una
camioneta, generalmente en talleres), además de dos motocicletas, que se van
turnando porque cuando una está en servicio, la otra está en reparación.
Casi
el 80 por ciento de los elementos locales tiene más de 45 años, y varios
rebasan el medio siglo. Algunos padecen diabetes o problemas auditivos y
escasos reflejos.
¿Usted
cree que ellos, al igual que la mayoría de los agentes viales de la entidad,
cuyas edades y estado de salud les hacen más candidatos a una jubilación
anticipada que a un nuevo perfil laboral, podrán resistir una capacitación de
cuatro meses en la Academia
de Policía, donde deben adquirir una gran condición física, habilidad y
destreza en el manejo de armas de fuego, posibilidad de enfrentar a criminales
cuerpo a cuerpo, participar en persecuciones a pie?
Algo
deberá decir Bermúdez para explicar cómo piensa resolver el problema vial en la
entidad, porque no se trata solo de agregar más responsabilidades sino saberlas
manejar, sobre todo en un tema que se antoja sensible para la población urbana.
¿O le quedó grande Tránsito?
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