domingo, 18 de marzo de 2012

SEP: Un cartucho quemado para una carabina descompuesta


Mientras Alonso Lujambio pasa con premura de la cama de un hospital a la candidatura al Senado por el PAN por la vía plurinominal, en un pago de marcha por los servicios prestados y un blindaje vía fuero constitucional por su desaseado manejo de los recursos públicos, cuyas aristas son el derroche en la conmemoración de los centenarios y las transferencias multimillonarias al SNTE, ha llegado a la Secretaría de Educación Pública un verdadero cartucho quemado: José Ángel Córdova Villalobos.

El exsecretario de Salud que hizo famoso al país y a los mexicanos en todo el orbe y puntos circunvecinos por la famosa epidemia del cólera AH1N1, en septiembre renunció a la dependencia federal para irse a hacer pinitos político-electorales a su natal Guanajuato, donde quería convertirse en candidato del PAN y ser el cuarto gobernador blanquiazul al hilo. No lo logró. Ni el enorme apoyo calderonista logró que venciera a Miguel Márquez Márquez, quien con el 53% le ganó la consulta interna gracias al respaldo del todavía gobernador guanajuatense Juan Manuel Oliva Ramírez.

Todavía se recuerda cómo, a partir de esta derrota, Córdova Villalobos generó un terremoto político cuando se le vinculaba a una posible candidatura bajo los colores del PRI, que le hizo recibir cientos de llamadas desde Los Pinos y desde la dirigencia nacional del PAN. Ya hemos visto en qué ha acabado todo.

La SEP, decimos, es una escopeta descompuesta.

Sin proyecto nacionalista, agobiada por los vaivenes de la corrupción, claudicante frente a una malograda reforma educativa, desatendida por un secretario que en los últimos meses pasó más tiempo en hospitales que en su oficina, señalada por organismos internacionales de ser, junto con el SNTE, la causante de la debacle formativa de los mexicanos, ¿qué podemos esperar de la gestión del oriundo de León?

Prácticamente, nada. Que el funcionario tenga un salario para resarcir los daños infligidos a sus cuentas bancarias con su aventura electoral, pase en buenas condiciones su amarga experiencia política y se le quite de la cabeza ondear una bandera distinta de aquella que pinta tan claramente su ideología ultraconservadora.

¿Y la educación? Bien, gracias. ¿A quién puede interesarle estando tan cercana la elección?

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