Hace ya mucho tiempo, desde que Dante Delgado Rannauro concluyó como gobernador sustituto el mandato dejado por don Fernando Gutiérrez Barrios (para ir a ocupar el cargo de Secretario de Gobernación), que los poderes estatales debieron irse a la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río.
Desde esa época, con marcada deferencia, los gobernadores veracruzanos han dejado su huella en esa región, donde radica la riqueza y el esplendor de la obra pública y la inversión privada, mientras que la ciudad de Xalapa se debate en sinfín de necesidades, inimaginables cuellos de botella en su circulación vehicular y, para colmo, múltiples contratiempos derivados de manifestaciones de todo tipo que hacen las delicias del transeúnte y el automovilista.
Con sobrada razón el actual alcalde boqueño, Salvador Manzur, hace gala de que el municipio que gobierna es la capital económica del estado. Lo ha sido durante las últimas décadas, incluso sobre su histórico vecino, Veracruz, que no puede competir con el ímpetu que muestra el territorio del antiguo puerto pesquero.
Desde que se construyó el World Trade Center, muchos gobernadores (especialmente Miguel Alemán Velasco y Fidel Herrera Beltrán) hicieron de ese sitio la sede de gobierno en que más pasaban su tiempo de trabajo. Allá, en medio de la comodidad, podrían pasar por alto las altisonantes leyendas proferidas por manifestantes en la capital, sufridas por los mundanos xalapeños.
Las grandes avenidas, la pavimentación incluso de calles que no ostentan edificio alguno, puentes viales y peatonales, impulso a la inversión privada, todo ello se concentra en esa conurbación, mientras que Xalapa cuenta una obra más o menos importante por sexenio, que pronto se vuelve una solución caduca para problemas que se volvieron más grandes conforme se construían.
Veamos grosso modo tales obras: Museo de Antropología, tramo de la avenida Murillo Vidal y acceso de cuatro carriles desde El Lencero, con Agustín Acosta Lagunes; ampliación de Xalapeños Ilustres, con Dante Delgado; Circuito Presidentes, con Patricio Chirinos; Arco Sur y tercera etapa del Circuito Presidentes, con Miguel Alemán, y los puentes sobre Murillo Vidal y Bicentenario, con Fidel Herrera.
Hoy, sin embargo, Xalapa sigue empeorando su circulación y está colapsado su desarrollo económico. Es cierto que a últimas fechas se han anunciado nuevos negocios: un nuevo supermercado y un hotel que está por construirse, pero las mayores fuentes de empleo siguen siendo la burocracia y las universidades, y la primera ha sufrido serios reveses este año.
Estado rico, capital miserable, lo cierto es que nos pasa lo que a capitales como Chilpancingo, Ciudad Victoria y Culiacán, donde sus habitantes miran en el horizonte la riqueza que resplandece en Acapulco, Tampico y Mazatlán, respectivamente, mientras sus entornos tienen el desagradable encanto de tener problemas de gran urbe en cuerpos de congregación.
…y tan lejos de Dios
Para colmo, en Xalapa casi siempre hemos contado con dos alcaldes en constante pugna: el real e institucional, que despacha en Palacio Municipal, y el que siente que debe tener control sobre la ciudad en que asienta su poder, que despacha en Palacio de Gobierno.
No es que la simpatía entre ambos, apenas separados por el centro neurálgico de todos los problemas citadinos (el Parque Juárez), colabore en mucho con la mejoría de la ciudad, pero han sido proverbiales los pleitos rancheros que se han protagonizado, desde que Acosta Lagunes hizo que pidiera licencia Carlos Padilla Becerra hasta los berrinches de Rafael Hernández Villalpando con el gobernador Miguel Alemán Velasco.
No lo tome al pie de la letra pero vox populi señala que entre el gobernador Javier Duarte y la alcaldesa Elizabeth Morales solo existe una afinidad: el haber sido llevados al poder por el mismo partido.
Tal vez por eso la señora alcaldesa ande dando vueltas por la ciudad con programas de boca (verbales, pues), tomando como suyos éxitos ajenos para aparentar que algo hace por la ciudad, cuando en realidad solo reedita su programa televisivo “Usted no está solo”, dando a la prensa enormes boletines para dar cuenta de que entregó una silla de ruedas.
Parafraseándola, podríamos decirle “Usted sí está sola”, aunque eso afecte más a los capitalinos que a su carrera política.
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