Las redes sociales han jugado un papel determinante en la comunicación alternativa. Todo ciudadano puede, si se lo propone, emular el trabajo que, con la lentitud de los medios de comunicación tradicionales, realizamos los periodistas.
Gracias a la comunicación horizontal masiva que permiten las nuevas tecnologías, movimientos sociales en todo el mundo se han alimentado y han crecido hasta el punto de tirar gobiernos dictatoriales o, incluso, algunos electos democráticamente que no cumplen su misión.
Ha pasado a la historia la opacidad gubernamental en manejo informativo. No hay vacíos de información. Si alguien falla u omite, otros se aprestan a llenarlos con datos y versiones de toda índole; el cotilleo y el rumor que antes circulaban de boca a boca, se han convertido en el insumo informativo que se esparce en internet a ritmos demoniacos, cuando desde el gobierno no se ofrece una versión oportuna y convincente sobre hechos que afectan a la población.
La sicosis generada en Veracruz el jueves pasado a partir de versiones distorsionadas y malintencionadas fue efecto de mensajes enviados a través de Twitter y Facebook, que luego fueron comunicados por teléfono y personalmente.
Todo un pueblo temeroso por la magnificación de versiones aterradoras, como la de que se realizarían atentados contra planteles educativos, salió a las calles, generó nudos viales, colapsó la comunicación por telefonía móvil, fue pasto seco en que la chispa de la información malintencionada prendió fuego.
Pero las redes sociales no tienen la culpa, siguen constituyendo un medio en tiempo real que permite innumerables beneficios; los malos son quienes se amparan en el anonimato para generar el terror.
Por desgracia, este experimento que ha derivado en la aprehensión de dos individuos, ha probado a criminales lo que se puede hacer para copar al enemigo. Si en Michoacán y Nuevo León se secuestra e incendia unidades de transporte para obstaculizar la movilización policíaca, en Veracruz se ha movido con el terror a la gente para que bloquee calles y avenidas.
Información y contrainformación
Por fortuna no hubo graves daños que lamentar, más allá de la incertidumbre, el miedo y, si se quiere, ausencias laborales inesperadas y suspensión de clases.
La lección dejada también puede servirle al gobierno estatal y federal. Un aspecto es que no informar oportunamente, en tiempo real, de lo que ocurre en materia del combate al crimen organizado resulta más negativo, porque los testigos lo harán sin el cuidado de una información oficial.
El discurso del ‘no pasa nada’, ‘todo está tranquilo’, ‘lo tenemos bajo control’ ya no se lo tragan ni los niños y jóvenes que ayer se vieron en las calles, celular en mano, porque muchos directores decidieron mandarlos a casa, pese a que estarían más seguro dentro de los planteles.
En grandes empresas y gobiernos desarrollados, la figura del ‘social manager’ ha cobrado una fuerza inusitada: es quien dialoga a través de las redes sociales sobre ofertas y discursos institucionales y es capaz de detectar situaciones anómalas que afectan la imagen de la organización para reaccionar de inmediato.
No lo hay en la estructura del gobierno de Veracruz. Es cierto que la Secretaría de Seguridad Pública cuenta con un área de policía cibernética, pero no se trata de perseguir y penalizar a los usuarios de redes sociales, a no ser que se pruebe dolo o intención delictiva, sino de contrarrestar los efectos de los falsos rumores mediante información precisa, oportuna y verificable. Decir lo contrario descalifica a la fuente informativa y sucede como en el cuento “Ahí viene el lobo”.
Ya hemos visto la infraestructura de comunicaciones de que se vale el crimen organizado: miles de ‘camellos’ trabajan para ellos, y la ola de violencia que aqueja al país (el mismo día atentaron con el Casino Royale en Monterrey con cifras aterradoras de muertos) se recrudecerá conforme vaya languideciendo el periodo sexenal de Felipe Calderón.
Los llamados a la participación ciudadana contra el crimen organizado tendrán efecto con una ciudadanía informada y responsable, y esa es parte de la labor comunicacional de las instancias de gobierno, muchas de las cuales usan las redes sociales solo para promover su imagen pública y sumar seguidores.
La información, como vemos, es otro campo de batalla… y es muy importante.
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