No es aventurado afirmar que la violencia pronto se recrudecerá en Veracruz. Los grupos delictivos que se disputan las plazas norte, centro y sur de Veracruz (Cártel del Golfo, Zetas y Familia michoacana, según el Ejército) no solo se enfrentan entre sí para ganar posiciones y realizar el trasiego de drogas y demás actividades delictivas; también lo hacen contra las fuerzas federales, apoyadas ahora por las corporaciones policiacas del estado.
Sea por convicción o por lograr desactivar un persistente bloqueo en el flujo de recursos federales a las arcas estatales, que mantiene en franca sequía al gobierno veracruzano, o por ambas razones, lo cierto es que el gobernador Javier Duarte se ha incorporado con un entusiasmo sin par al combate frontal contra el crimen organizado que campea en Veracruz.
Para ello ha debido pintar su raya respecto de su antecesor, para quien lo más importante fue mantener la calma en los medios informativos sin importarle que no sucediera algo similar en la percepción de la población, asediada por los grupos criminales y sin posibilidad de lograr el apoyo de un gobierno más interesado en ocultar los hechos delictivos que en proteger a los paisanos.
Pero que no aparecieran esos hechos de violencia en los medios de comunicación no significaba que no existieran. Fidel Herrera Beltrán, en su mandato, se comportó como apicultor: mil veces no agitar los panales, así las abejas picotearan a inocentes sin capacidad de acceder a los medios de justicia… y a los de comunicación.
El hombre de Nopaltepec chocó incluso con el presidente Felipe Calderón. Su obstinación en que no se aplicara a cabalidad el programa federal de seguridad en el estado hizo que muchos lo miraran con recelo y que, en el solar veracruzano, se crearan historias que llegaron a ligarlo directamente con los diversos grupos delictivos de mayor peso en la entidad. Por supuesto que ninguna de esas historias puede alguien postularla como real, a riesgo de ser refutado en tribunales y recibir castigo por no probar su dicho.
Por fortuna, su sucesor ha preferido que la verdad salga a flote y se ventile, no porque quiera colocar el tema entre los más leídos sino porque las circunstancias no dejan lugar a dudas.
Según reportes de las propias fuerzas federales, hasta los primeros cinco meses de 2011, se habrían suscitado enfrentamientos en 16 lugares del estado, desde Tantoyuca, Platón Sánchez, El Higo, Pánuco y Ozuluama, en el norte, hasta Coatzacoalcos, en el sur, pasando por Poza Rica, Xalapa, Veracruz y Boca del Río.
Y los enfrentamientos se han recrudecido, con saldos más numerosos en cuanto a muertos, aunque la estrategia federal de comunicación reitera en que dichas confrontaciones se realizan únicamente entre buenos y malos, sin daños colaterales que afecten a la población civil, lo que es difícil de creer pues las balas no respetan, no tienen conciencia como para discernir entre unos y otros.
Habrá que esperar la reacción
Pero, igual que en el país, a persecución de criminales, incremento de la violencia. Según las estadísticas del terror, en los primeros 5 meses fueron abatidos 34 presuntos integrantes de bandas del crimen organizado y fueron detenidos otros 80. En este recuento, por supuesto, no se consideran las batallas de junio, una de las cuales, la ocurrida a la altura de El Lencero, dejó un saldo de 11 muertos que, según autoridades federales y estatales, eran delincuentes, aunque ya ha habido una reacción inmediata de familiares de uno de los supuestos criminales, un simple trabajador técnico que venía acompañado de dos colegas, a quienes se les ha presentado como miembros del crimen organizado cuando solo tuvieron la enorme mala suerte de pasar en mala hora por el lugar equivocado.
En las últimas fechas, los comunicados oficiales no hablan de civiles ni de efectivos federales muertos en combate, y puede ser que: o están mejor pertrechados los miembros del Ejército, la Armada y la PF, o se libran los enfrentamientos en parajes despoblados o ha bajado el nivel de fuego de los criminales, lo que puede ponerse en duda pues hasta mayo se hablaba de un decomiso de 98 armas de alto poder, más de 22 mil cartuchos y 50 granadas, de manos de los sicarios.
La violencia empieza, incluso, a tocar a sectores como el de periodistas. La intimidación como parte de la estrategia de las bandas criminales (acción de la que no se eximen las propias fuerzas federales), ha hecho que la autocensura prevalezca en los medios y, cuando eso no ocurre, el homicidio ha sustituido todo género de negociaciones, como ha sido el caso del periodista Miguel Ángel López Velasco (Milo Vela), subdirector de Notiver, asesinado en mala hora junto con su esposa y su hijo menor.
Que la cosa se pondrá difícil lo refrenda el hecho de que la Policía Federal incrementará en más de 100 por ciento sus efectivos en el estado: de 300 que hay, en breve el contingente llegará a 700 elementos. ¡Cuidado!
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