lunes, 20 de enero de 2014

¿Cisne o chivo en cristalería?

Aunque se comporta como el señalado por el dedo de Dios y pregona sus cualidades rumbo a la selección del candidato priista a sustituir a Javier Duarte de Ochoa en 2016, el actual secretario estatal de Desarrollo Social, Alberto Silva Ramos, alias El Cisne, no podrá sepultar en el olvido el tremendo endeudamiento que enfrenta el ayuntamiento de Tuxpan.

Salvado por la campana, Silva Ramos pidió licencia como alcalde antes de concluir su periodo y se refugió en la Sedesol estatal, donde tiene manga ancha para recorrer el estado repartiendo dádivas y obras de remedio a la pobreza, sin que sufra señalamiento alguno por incumplimiento de programas.            

Pero los tuxpeños lo recuerdan con una mezcla de molestia y estupefacción.

De molestia, porque prácticamente hipotecó las finanzas municipales por décadas, y estupefactos porque, pese a la discrecionalidad en el manejo de los recursos públicos, no fue tocado siquiera por la sospecha en el análisis de la cuenta pública de 2012 hecha por el Órgano de Fiscalización Superior (Orfis), que en cambio involucra a 38 municipios.

Y es que, además de la enorme deuda que afecta participaciones federales, e incluye bursatilización y empréstitos con la banca de desarrollo y privada, el ayuntamiento tuxpeño enfrenta una deuda que frisa los 80 millones de pesos con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), lo que le ha valido la amenaza de embargo de bienes municipales, además de dejar desprotegidos a los trabajadores municipales.

Constructores y proveedores diversos están al borde de la quiebra por la falta de pago; incluso, los medios de comunicación en que ordenó publicar un impresionante despliegue de mensajes promocionales han debido quedar con las facturas pendientes por sumas millonarias.

Si así quiere gobernar a Veracruz, un enorme daño debemos esperar en su hipotética gestión.

Una deuda galopante

El creciente endeudamiento contratado por Alberto Silva Ramos en los dos años y siete meses en que estuvo en el ayuntamiento de Tuxpan llamó la atención incluso de la empresa calificadora Fitch Ratings.

En octubre de 2012, la empresa asignó a ese ayuntamiento la calificación crediticia “BB(mex)”, que equivale a un grado especulativo, al enfrentar una deuda cercana a los 500 millones de pesos. Simplemente, gastó más de lo que recibía por participaciones federales y recaudación propia.

Dicha suma estaba constituida, según el análisis de la calificadora, por un pasivo no bancario por 252.8 millones de pesos, deudas por financiamiento por 172.4 millones, más la deuda que ya sostenía con el IMSS, calculada hace 15 meses en 50 millones.

El economista Hilario Barcelata Chávez, en un análisis sobre la deuda pública de los municipios veracruzanos, publicado por el portal Al Calor Político en 2012, señalaba que de los 2 mil 840.8 millones de pesos que adeudaban los 212 municipios de la entidad, el 52 por ciento se concentraba en 18 ayuntamientos.

Tuxpan ocupaba el tercer lugar, debajo de Coatzacoalcos y Veracruz, al concentrar el 4.8 por ciento, con 135.8 millones de pesos, superando incluso la deuda de Xalapa. Y añadía que dicha deuda representaba el 36 por ciento de sus ingresos.

El ritmo impuesto por el actual titular de la Sedesol durante su régimen fue extraordinario, al multiplicarlo hasta cuatro veces. Así, mientras en 2010 ese municipio debía 34.8 millones, antes de concluir 2012 la deuda había crecido a 131.4 millones de pesos, según datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Pese a las evidencias, el Cisne, convertido en menos de tres años en un chivo en cristalería, se defiende argumentando que solo dejó un pasivo cercano a los 160 millones de pesos y que dichos recursos se justificaban pues fueron destinados a infraestructura. Respecto a la deuda con el IMSS, señala que esta le fue heredada por tres administraciones anteriores. Lo cierto es que no hizo nada por liquidarla.

En efecto, Silva Ramos aduce que los recursos con los que ha hipotecado por décadas al ayuntamiento porteño se destinaron a la construcción de puentes y calles, y se vanagloria de haber encabezado la administración municipal que más calles ha construido: de 13 a 300, según su decir.

¿Obras son amores o crasos errores?

¿Qué calidad tuvieron las obras de infraestructura impulsadas durante su gestión municipal? Para muestra, un botón.

El jueves pasado, los tuxpeños sufrieron su primer desencanto. Un puente en la calle Libertad, construido según los reportes periodísticos sin la calidad exigida, colapsó cuando lo cruzaba una camioneta de carga, la que cayó al fondo del canal de aguas negras.

Los constructores, en un simulacro en que el ayuntamiento hacía como que pagaba y ellos hacían como que construían con las especificaciones debidas, no le pusieron varillas a las vigas ni a la losa principal.

Por la mañana del jueves, la camioneta de 3.5 toneladas, cargada con garrafones de agua, quedó en medio del fallido puente, vencida por su peso y la mala calidad de la obra.  Por fortuna, relata la nota del periódico La Opinión, la estructura se desplomó en partes, lo que permitió que no hubiera víctimas mortales.

Gracias al desplome de dicho puente, que forma parte de las obras de las que se vanagloria el aspirante a gobernador, unas nueve colonias han quedado incomunicadas, lo que está generando la protesta de los afectados ante la actual autoridad municipal, quien les ha dicho que esperen al próximo año porque, claro, no hay dinero en las arcas municipales y el que cae debe ser destinado al pago de la enorme deuda.


Pero al Cisne, eso ya no le preocupa.

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