lunes, 7 de noviembre de 2011

El primer informe de Duarte


Incorporado a la lista de estados donde campea y coletea la delincuencia organizada, lo que ha llevado a la implantación de un operativo conjunto con las fuerzas federales, el estado de Veracruz se apresta a conocer los detalles del informe del primer año de gobierno de Javier Duarte de Ochoa, que entregará por escrito al Congreso local el próximo 15 de noviembre.

Para nadie es un secreto que Duarte recibió un Veracruz a punto del coma en todos sus aspectos. El primer punto que debió combatir como médico de la sala de emergencias fue no la falta de recursos en el erario público sino lo que le sigue: abultados números negativos, créditos astronómicos adquiridos con instituciones bancarias mediante contratos perjudiciales para el estado, deudas acumuladas con proveedores, innumerables pasivos que lo colocaron en una situación de extremo riesgo.

Para evitar que la cosa se inflara, puso una alerta severa a los servidores públicos al dar cauce legal a denuncias contra exfuncionarios municipales por una escalada de corrupción que había tenido su origen en el ejemplo puesto por su antecesor. Aunque encarceló solo a exediles de municipios con presupuestos pequeños, lo cierto es que sirvió de mensaje para autoridades municipales en ejercicio y para quienes integran la maquinaria pública estatal, de que no se iban a perdonar manos sucias en la caja.

Durante los primeros meses de su gobierno, Duarte debió hacer acopio de conocimiento e imaginación para contar con recursos al menos para el pago de la nómina y, un tiempo después, para resarcir a proveedores lo que se les adeudaba, con lo que se empezó a generar una pequeña reactivación en una economía golpeada duramente por la corrupción, los fenómenos meteorológicos y el yugo de los grupos delictivos cuyo accionar había sido permitido e, incluso, protegido de la acción de las fuerzas federales de seguridad.

El anuncio del Plan Veracruzano de Desarrollo y del programa “Adelante” ayudó a generar algunas expectativas, pero la situación financiera ha opacado los enormes retos que ha asumido el gobernador Javier Duarte. Para la mayoría, si no es que para todos, la situación en las finanzas públicas hizo prever un periodo de vacas flacas, de acciones de bajo y mediano impacto, mientras hacían efecto los acuerdos de refinanciamiento y la llegada de nuevos recursos.

Al final del año fiscal, poco es lo que se ha mejorado, a no ser el cumplimiento de los compromisos con terceros, principalmente con las instituciones bancarias. Aunque se han anunciado algunas obras, la mayoría de ellas no serán iniciadas sino hasta que pase el vendaval, y el próximo año experimentaremos muchas dificultades porque en todo el país la inversión pública será vista como ingrediente electoral, por lo que seguramente las arcas federales no soltarán el grueso de los recursos a estados, salvo a los gobernados por el PAN, hasta después de julio.

Lo que puede salvarnos

El principal tema económico al principio de su gobierno, el sector turístico, está siendo golpeado de manera muy severa. Nuestra incorporación a la lista de estados con mayor violencia nos afectará al menos por uno o dos años más.

Por ello, más que del lado público o de los inversionistas de este sector, lo que nos puede dar un cierto alivio económico son las inversiones de las grandes corporaciones industriales que tienen su vista fija principalmente en el sur de Veracruz.

Año complicado y complejo, ha dicho Javier Duarte. Y nadie lo duda. El grave problema es que 2012 no tiene visos de una mejoría sustancial, por lo que los problemas tendrán acaso otras características si no nos afectan todavía más los fenómenos meteorológicos que hasta el momento han sido muy benignos en comparación con los sufridos en 2010.

El optimismo de Javier Duarte puede ser bueno para alentar a las fuerzas productivas, pero la propuesta de ley federal de egresos para 2012 acota mucho los recursos para estados y municipios. Es cierto que está pronta la reestructuración de la deuda del estado, con apoyo de la Secretaría de Hacienda, lo que permitiría disponer de recursos con los que no se ha contado este año. También es cierto que ha disminuido el gasto corriente mediante una dura restructuración de la administración pública estatal.

El problema es que tras de Veracruz están los acreedores, y no perdonan. Y vienen elecciones presidenciales.

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