lunes, 14 de noviembre de 2011

La muerte ronda a Calderón


Es posible que nunca sepamos las causas reales por las que el fatídico viernes 11 se desplomó el helicóptero en que viajaba de la Ciudad de México a Cuernavaca el secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora, causando la muerte de quien ocupó la misma dependencia que Juan Camilo Mouriño Terrazo, también fallecido en el mes de noviembre, pero el día 4, cuando se desplomó en el DF el avión en que regresaba de una gira por San Luis Potosí, en 2008, sin haber cumplido 10 meses en el cargo, luego de sustituir a Francisco Ramírez Acuña.



Blake tuvo la misma suerte que el político campechano, quien hoy se hubiera perfilado como el candidato presidencial panista en lugar de Josefina Vázquez Mota; sin embargo, a diferencia de él, el tijuanense logró estar al frente de la Segob seis meses más.
                
Que las aeronaves del gobierno federal estén tan averiadas que puedan ser recurrentes los accidentes aéreos, da en qué pensar. Independientemente de la opinión que merezcan los funcionarios federales, incluidos el presidente Felipe Calderón, es una desgracia que los mexicanos sintamos la zozobra de que en cualquier momento los desperfectos en esos aparatos puedan poner en riesgo a quienes en ellos viajan, sobre todo cuando se ha informado que el helicóptero caído lo usaría el Presidente de la República.
                
¿Qué está pasando con el mantenimiento de la flota de las fuerzas armadas? Algo deberá explicar el gobierno federal.

Porque no solo han fallecido dos secretarios de Gobernación y sus colaboradores cercanos, lo que de suyo constituye una desgracia para el país y, sobre todo, para sus familias. En el ambiente, estos accidentes frecuentes en que pierden la vida cuadros de primera línea de un Presidente que no ha sido muy favorecido por contar con un equipo grande de colaboradores del cual echar mano, lo que genera es rumores, versiones hasta descabelladas, una de las cuales identifica en todos los casos la mano del crimen organizado.

              
Raúl Benítez Manaut, investigador del Centro de Estudios para América del Norte de la UNAM, según lo publicado en Excélsior, dijo algo que no tiene desperdicio: “El gobierno tendrá que dar un informe técnico muy bien hecho y preciso, con credibilidad, y si fue un atentado, tendría que reconocerlo para evitar rumores”. El accidente “genera una gran incertidumbre política porque genera dudas sobre la capacidad del presidente para dar seguridad a sus funcionarios, genera dudas de una capacidad operativa de algún cártel del narcotráfico que pudiera ser responsable”.

Duda que algo queda

Lo más posible es que el peritaje de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, ahora al mando del joven Dionisio Pérez-Jácome Friscione, a través de la Dirección General de Aeronáutica Civil, señale como causa del accidente la poca visibilidad que había en el Estado de México y que, por supuesto, fue provocado por una falla humana, no del piloto sino de quienes autorizaron la salida de la aeronave pese a supuestamente tener conocimiento de malas condiciones climáticas.
                
Y es que las condiciones meteorológicas siempre son un factor que se considera antes de emprender un vuelo. La duda estriba en que la aeronave se desplomó, no chocó contra algún cerro, como ocurrió el 21 de septiembre de 2005, cuando murió en un percance aéreo el secretario de Seguridad Pública de Vicente Fox Quesada, Ramón Martín Huerta, al estrellarse el helicóptero en que viajaba contra la parte superior del cerro conocido como La Cima, en el estado de México.

El propio presidente Felipe Calderón consideró horas después del desplome del helicóptero del Estado Mayor Presidencial, sin esperar la versión de los expertos, que la nubosidad pudo ser la causa, porque los pilotos de la Fuerza Aérea Mexicana tenían probada experiencia, lo que fue corroborado por la Secretaría de la Defensa Nacional.

Lo extraño del asunto es que personal del servicio meteorológico nacional, en especial Javier Albarrán, había declarado a W Radio, pasadas las 12:00 horas, que las condiciones eran propicias para el vuelo (no había nubosidad y las ráfagas de viento eran sumamente débiles en la zona). Pese a contar con esa información, el presidente Calderón dijo dos horas después que la nubosidad habría provocado el accidente.
                
Para nadie es un secreto que, en casi todos los casos, los funcionarios que han fallecido en accidentes aéreos han estado ligados a acciones relacionadas con el combate al crimen organizado. Tan ha causado conmoción el hecho de que el principal impulsor de los operativos conjuntos como el que se aplica en nuestra entidad haya fallecido en similares circunstancias que uno de sus antecesores, que la Bolsa Mexicana de Valores mostró un ajuste al conocerse la desgracia, aunque después volvió a su tendencia alcista.

Juan Marcos Gutiérrez, subsecretario de Gobierno, quedó a cargo de la dependencia. Luego de los días de luto, Felipe Calderón deberá nombrar a su quinto inquilino del Palacio de Cobián en la calle de Bucareli, luego que dos han fallecido en trágicos accidentes. Y lo deberá hacer con mucha calma, primero, porque cualquiera lo pensaría dos veces para aceptar el cargo, y segundo, porque el país necesita a un experto en dos materias: seguridad pública y procesos electorales.

Una estela de desgracias

A la muerte de su cuarto secretario de Gobernación, el gabinete parece estar marcado por la desgracia. A las más de 40 mil personas fallecidas en la guerra emprendida contra el crimen organizado, cuya cifra crece con desmesura con el paso de los días, no solo de delincuentes sino también de ciudadanos pacíficos, Felipe Calderón enfrenta la gravedad de su secretario de Educación Pública y exaspirante a la candidatura presidencial panista, Alonso Lujambio.

En su tránsito por tres hospitales, donde ha estado internado, el mismo viernes la Presidencia de la República tuvo que reconocer que el titular de la SEP padece cáncer de médula ósea, lo que ha agravado un cuadro de insuficiencia renal.

Habría que ver si, además de Gobernación, Calderón no deberá nombrar a un nuevo secretario de Educación, habida cuenta de que Lujambio lleva varias semanas sin operar esa importante dependencia y no se ve que pronto pueda regresar a sus oficinas.

Para colmo, su hermana Cocoa habría perdido las elecciones en Michoacán, con lo que Felipe Calderón podría considerarse como el sepulturero del Partido Acción Nacional.

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