martes, 23 de noviembre de 2010

El SNTE quiere cogobernar Veracruz

Los dirigentes magisteriales están tirando a mansalva; quieren tener una larga navidad, un festín de seis años para hacerse de más poder y dinero, aunque la educación en Veracruz quede tendida en el suelo, catatónica y en estado terminal.


Los opuestos, bendecidos por su hada madrina Elba Esther Gordillo Morales, se han unido en franca cruzada para hacerse de la titularidad de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV) y, en el empeño, echan una andanada de disparos de artillería, presionan en lo oscurito y pregonan a los cuatro vientos que sus cuadros garantizan una mejor educación para los veracruzanos.

Quien fuera dirigente de la sección 32 del SNTE de 2002 a 2005, Fernando González Arroyo, apenas en julio pasado se defendía de las acusaciones por malos manejos como presidente de la Junta de Coordinación Política en la Legislatura recién concluida, que le hicieron sus colegas Gustavo Moreno Ramos (exdirigente de la misma sección) y Ernesto Callejas Briones (actual dirigente de la sección 56), hoy diputados locales del Partido Nueva Alianza (Panal), aunque el segundo se ha regresado a atender el pingüe negocio de las cuotas sindicales.

“No soy corrupto ni ladrón”, les respondió entonces González Arroyo. Ahora resulta que los mismos que le atacaban, hoy le brindan su cobijo político para que el gobernador electo Javier Duarte de Ochoa lo nombre titular de la secretaría con mayor presupuesto en la entidad.

¿De quién es la mano que mece la cuna de tan aparentemente dispares orientaciones políticas? Nada menos que de uno de los personajes políticos más influyentes del país, la maestra Gordillo, quien ha sabido reunir mayor poder que durante el régimen de partido único, por su postura discrecional que le permite aliarse con cualquier partido, según las circunstancias y sus intereses.

En Veracruz, por ejemplo, logró con su partido posiciones en el Congreso local y en ayuntamientos, apoyó al candidato panista Miguel Ángel Yunes Linares por medio de la sección 56 y, al mismo tiempo, desplegó la ya débil maquinaria de la sección 32 para apoyar al PRI. Por eso se siente con derecho a negociar la principal perla de la corona para sus huestes.

Para ello se han unido en la batalla, tirios y troyanos. El exdiputado priista Hugo Alberto Vázquez Zárate, exdirigente de la sección 56 del SNTE, también echó el carro antes que los bueyes, y le prendió su veladora a Fernández Arroyo, de quien dijo que debía incluirse en la “terna” por la SEV porque tiene perfil de educador, es una persona muy capaz, conoce la administración pública y tiene tacto para negociar con las organizaciones magisteriales.

Por si no nos habíamos dado cuenta, detrás de los partidos políticos registrados, incluso para el que administran directamente, no existe más fuerza y proyecto que los del grupo que gobierna el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

La Iglesia, en manos de Lutero

Que los maestros sepan de educación porque a ello se dedican, tiene sus matices. Según estudios hechos en el país, incluso por organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), es claro que la situación formativa de los formadores deja mucho que desear.

Y buena parte de la culpa de ese letargo que presentan miles de profesores de educación básica en materia de actualización e, incluso, de formación, se lo debemos justamente al SNTE y, por extensión, a los cientos de pequeños sindicatos que han proliferado en el país.

El problema no es que un maestro destacado en aspectos docentes y de administración educativa ocupe los puestos directivos en los niveles federal y estatal. No sólo sería deseable, sino necesario.


Lo que está en juego es que quienes buscan ocupar esos puestos, más que docentes involucrados en los procesos educativos, con amplia experiencia y formación, son los dirigentes magisteriales, y particularmente del sindicato creado en 1943 como brazo corporativo del PRI y que afilia a más de millón y medio de trabajadores, lo que lo ha convertido en el más rico y poderoso de México.

Y el punto aquí no es un interés genuino por elevar los niveles de calidad educativa en el país sino de una mayor concentración del poder que permita a los dirigentes magisteriales, no a los maestros a quienes mal representan, amasar fortunas, desplegar sin control sus mecanismos de corrupción y, sobre todo, ser factor político-electoral en el país. Nada de eso tiene que ver con la misión del magisterio y, menos, con la calidad educativa.


Ya Aurora Loyo Brambila, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en un estudio sobre el papel histórico del SNTE, apunta que esta organización cogobierna el sistema de educación básica de México, ha formado su propio partido político, los secretarios de educación de varios estados son exdirigentes magisteriales; varios de sus miembros han obtenidos gubernaturas, diputaciones federales y locales y senadurías, y su apoyo es factor decisivo en los procesos electorales.

Y señala entre sus debilidades, su desinterés por los aspectos profesionales, débil participación de las bases, falta de transparencia en manejo de recursos e imbricación con la autoridad educativa.

El yerno cómodo de Elba Esther Gordillo, Fernando González Sánchez, subsecretario de Educación Básica de la SEP, es apenas uno de los más notorios miembros del SNTE enquistado en la administración educativa de México, porque en casi todos los estados del país, incluido Veracruz, controlan hace tiempo las decisiones tomadas en este nivel de educación.

Recientemente, la OCDE presentó 15 acciones para mejorar el sistema educativo nacional, entre las que destaco las siguientes: definir la enseñanza eficaz de un maestro, atraer a los mejores aspirantes a profesores, fortalecer la formación inicial docente y la selección de maestros, abrir todas las plazas a concurso, crear periodos de inducción y de prueba para nuevos maestros, mejorar el desarrollo profesional y evaluar para ayudar a mejorar.


¿Qué le respondió el SNTE? En primera, que muchas de las propuestas fueron ya hechas por la organización y están plasmadas en la Alianza por la Calidad de la Educación, firmada en mayo de 2008, y luego expían sus culpas repartiéndolas: no hay suficiente financiamiento para la mejora de la calidad en puntos como infraestructura y equipamiento escolar ni para la formación y actualización de los maestros.

En un singular comunicado publicado en su portal en internet, añade: “En materia de recursos, el SNTE plantea generar una sinergia que permita no sólo invertir, sino invertir mejor y con trasparencia (sic), que las entidades utilicen totalmente en la educación los recursos aprobados para este fin en la Cámara de Diputados”. Queda claro que no conocen lo que es transparencia si ni siquiera saben escribirla correctamente.

Se van contra la evaluación de profesores si de ella se deriva separar a quienes no obtengan resultados satisfactorios, porque “no puede haber este tipo de acciones mientras alguna de las partes involucradas en el sistema educativo incumpla con su obligación”.


Y añade: “no se puede cargar toda la responsabilidad de los resultados de las evaluaciones a los docentes, si estos no cuentan con instrumentos de capacitación y un acompañamiento técnico pedagógico pertinente y oportuno así como con la infraestructura y equipamiento que requieren los planteles en este Siglo XXI (sic). Hay que reflexionar siempre en los procesos y no únicamente en los resultados”.

Ni un pequeño asomo de autocrítica. Y son estos dirigentes quienes quiere tomar en sus manos la educación de Veracruz.

Fotos:
1. Elba Esther Gordillo Morales
2. Gustavo Moreno Ramos y Miguel Ángel Yunes
3. Ernesto Callejas Briones
4. Hugo Alberto Vázquez Zárate
5. Fernando González Sánchez

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