miércoles, 30 de junio de 2010

Obesidad: La batalla apenas empieza… mal



Si bien se han dejado pasar décadas decisivas, es de reconocer la iniciativa de las secretarías de Salud y de Educación Pública, en acuerdo con las autoridades estatales de ambos ramos, para poner en la mesa de la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer), el anteproyecto de lineamientos generales para el expendio y distribución de alimentos y bebidas en los establecimientos de consumo escolar.

Pero apenas ha comenzado la batalla, y los primeros escarceos parecen indicar que la victoria llegará de manera un poco dilatada.

El anteproyecto establecía la prohibición de la venta de refrescos y de productos que superen el mínimo calórico que contienen yogures, leches enteras y azucaradas, alimentos fritos, tamales, gorditas, tacos dorados, flautas, pizzas, molletes y hotcakes.

Pero organismos no gubernamentales han alertado sobre la desaparición de esta lista en el documento entregado finalmente a la Cofemer.

Entre el 26 de mayo en que se dio a conocer el anteproyecto y el 9 de julio en que fue entregado a la comisión regulatoria, desapareció la lista de alimentos que, según las autoridades, no debían traspasar las aduanas escolares.

“En menos de dos semanas, las empresas alimentarias rasuraron los lineamientos básicos de la propuesta”, según Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor.

Y es que ya se había previsto la rabiosa oposición de los cárteles de la obesidad, que dependen del irracional consumo infantil para obtener ganancias exorbitantes, y veremos a partir de agosto la respuesta de los obesomenudistas, para quienes es un asunto de supervivencia, si no le meten creatividad.

Los fabricantes de alimentos y bebidas chatarra han tenido décadas de gracia muy bonancibles. Desde hace 50 años atacan publicitariamente a una enorme población infantil que ha navegado con mucha rapidez hacia nuevos hábitos de consumo alimenticio, lo que se ha visto con especial contundencia en los últimos 20 años.

Según un estudio pedido por diputados federales, la industria de la comida chatarra genera cerca de 20 mil millones de pesos anuales (unos mil 530 millones de dólares) y mantiene imantados a los niños con cerca de 12 mil anuncios por televisión.

Si a estos se agregan anuncios en cines, periódicos, revistas, plazas comerciales y publicidad impresa que se pega hasta en los más humildes estanquillos de las más remotas comunidades, ya podemos imaginar el efecto nocivo en los niños, quienes adoptan ese fúnebre consumo para toda la vida.

En cientos de miles de escuelas, las cooperativas y concesionarios que aprovechan el mercado cautivo de millones de niños, no les ofrecen otra cosa para saciar el apetito o la sed que comida chatarra y bebidas hipercalóricas (se calcula que un refresco de 600 mililitros contiene el equivalente de 16 cucharadas de azúcar), cuando no platillos elaborados con exceso de grasa y harinas.

Ganancias, aunque la población enferme

En su propio anuncio, las medidas propuestas por educación y salud fueron torpedeadas por las trasnacionales que serían afectadas.

Desde enero, las empresas refresqueras y de alimentos procesados habían sido llamadas para elaborar estrategias corresponsables para disminuir los efectos dañinos de los altos contenidos calóricos de sus productos. Pese a los acuerdos, las cosas no parecían marchar al ritmo que exige la situación.

Ambas partes firmaron ese mes el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria que buscaba la creación de menús equilibrados y abogaba por el uso de edulcorantes no calóricos.

Al parecer, lo que pesó en las autoridades cinco meses después fue constatar que la situación requería acciones inmediatas. Ahora falta ver si éstas, y la propia comisión regulatoria, no doblan la cerviz ante las presiones de las multinacionales.

La primera en levantar la voz ha sido Coca Cola México. Lo que ha sonado extraño es que calificara la política propuesta para normar el consumo en escuelas como “discriminatoria” para sus productos: en efecto, en el documento enviado a Cofemer se establece que las bebidas azucaradas o con edulcorantes artificiales no estarán permitidas, lo que en opinión de Brian Smith, presidente de la trasnacional, “estigmatiza” a sus productos.

Lo cierto es que la empresa había anunciado que dejaría –en un proceso que concluye en 2012– de ofrecer sus productos a las escuelas primarias de todo el mundo.

Otro ramo que se ha sentido afectado por esta medida aún no ha aprobada, es el de envases y embalajes, cuyos productores verán mermados sus pedidos de empaques de plástico, papel y aluminio, utilizados por los fabricantes de alimentos chatarra.

Lo que es cierto es que, independientemente de lo que determine la Cofemer, profesores y padres de familia deberán trabajar unidos para llevar a cabo medidas que impidan mayor daño a la salud de los estudiantes mexicanos.

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