miércoles, 16 de junio de 2010

Iniciativa ‘Léxico’, puro rollo




Avasallados por la intensidad del bombardeo mediático que, hasta hace unos cuantos días, nos tenía en el centro de una cruenta batalla entre capos de la droga y las fuerzas del orden, los mexicanos comunes estamos siendo obligados por las televisoras a ver al México positivo, bueno, productivo, ingenioso, solidario, innovador.

Y estamos siendo obligados a hacerlo no para revalorar a la gente que ha seguido su marcha pese a los obstáculos sino para olvidar la guerra que vamos perdiendo.

A la sospecha de que todo este enjuague espectacular se realiza para tapar los enormes hoyos dejados por Felipe Calderón en la percepción de país que tenemos los mexicanos, y que ha puesto en serio peligro la continuidad del panismo en el gobierno federal, la Iniciativa México se ha convertido en un apantallante lavado de cerebro.

Anunciada con toda pompa el pasado 7 de junio (poco faltó para que pusieran alfombra roja), el proyecto mediático de Televisa –que arrastró a su odiado rival TV Azteca y a decenas de medios impresos y cadenas radiofónicas– se ha acoplado imprudentemente al desempeño de la selección nacional en el mundial de futbol, y ha lanzado al estrellato a su director técnico, Javier Aguirre, quien tendrá que probar que hemos pasado del “sí se puede” al “ya se pudo”.

No crean que el propósito de Televisa, en esto que bien puede llamarse Cocotón, se centra en cambiar la percepción de los mexicanos respecto a la situación del país; también lo hace para consagrarse como el poder tras el trono, en una coyuntura en que el Estado mexicano ha mostrado una insultante debilidad de su músculo político y una ineficacia atroz para encaminar al país por la senda del desarrollo y la paz social.

¿Interesados por los buenos mexicanos?

No podemos negar que, en estos días, la población ha conocido a decenas de científicos mexicanos que están logrando resultados extraordinarios con sus investigaciones, gracias a pequeñas dosis publicitarias ofrecidas por las estaciones de radio y TV en medio de los absurdos programas mundialistas que se han centrado en la personalidad y consagración del ridículo de conductores, comentaristas y comediantes (al grado de que se han mimetizado y no sabemos qué es uno y qué es el otro).

Si consideramos el tiempo que las mismas televisoras destinan a balconear a nuestras ignorantes estrellas del espectáculo, perseguidas incluso hasta cuando se meten al baño, lo difundido sobre nuestros verdaderos hacedores de patria es una ridiculez.

Pero, vamos, que no todo es malo: esto poco que han proyectado es más del mil por ciento de lo que normalmente destinan a estos asuntos.

Para la mayoría de los medios de comunicación, sobre todo para las televisoras, las instituciones de educación superior llaman la atención, son dignas de la mirada mediática, cuando en su interior se han suscitado bochornosas confrontaciones entre estudiantes, hay huelgas o paros, o se ha detectado un error administrativo.

Jamás se han interesado por dar a conocer los avances significativos para la ciencia logrados por los investigadores, pese a la miseria de su equipamiento y a la debilidad de los recursos monetarios con que cuentan.

Por eso fue extraña la presencia y el aval de rectores y directores como José Narro, rector de la UNAM, y Yoloxóchitl Bustamante, directora del Instituto Politécnico Nacional.

¿Cuál es la zanahoria que las inmensas fortunas que se amasan detrás de los negocios mediáticos están poniendo como señuelo para la participación de los mexicanos?

No lo va a creer: seis millones de pesos.

Ni lo que cuesta un minuto de publicidad en un partido de la selección. Vamos, ni el costo de las casi 50 casas que Televisa y uno de sus clientes obsequiarán por el resultado 4 a 0 entre Alemania y Australia, aunque habría que ver qué casas regalarán, porque a estas alturas quién le cree a estos capos de la hipocresía.

En efecto, los proyectos propuestos en los temas de calidad de vida, desarrollo comunitario, medio ambiente, justicia y derechos humanos, y buen gobierno y rendición de cuentas, serán expuestos al veredicto de la democracia televisiva: se enfrentarán en una especie de Big Brother, La Academia o Bailando por un sueño, para ganar el favor de los mexicanos, quienes gastarán enviando mensajes y realizando llamadas telefónicas para otorgar su voto en favor de su favorito.

El primer lugar recibirá dos millones de pesos y los otros cuatro un millón de pesos cada uno.

Así de bondadosos serán… ¡puro rollo!

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