miércoles, 9 de octubre de 2013

Cultura, la vocación desdeñada

Pese al insufrible y desalentador periodo que vive el municipio de Xalapa, en que no se sabe si caerá en el infierno o se mantendrá en el purgatorio, con marchas cotidianas, arreglos viales que nunca terminan, hoyancos peligrosos en sus principales avenidas, basura por todos lados,  incapacidad de los agentes viales para controlar el tráfico vehicular, desprecio por peatones y ciclistas y, pese a ello, repito, la semana pasada vivió un inusitado incremento en materia turística y una luminosidad que contrastó con los aciagos y tempestuosos días previos.

En efecto, la enorme capacidad del Hay Festival para reunir en solo cinco días a estrellas importantes en el mundo de la literatura, el periodismo, la música y las artes plásticas y escénicas, no solo fue un motivo de regocijo para los locales sino que motivó a muchos mexicanos a moverse a Xalapa que, temporalmente, se convirtió en la capital de la cultura en el país.

No obstante que por problemas de salud no acudió a su cita el poeta antillano Derek Walcott, Premio Nobel de Literatura 1992, en cuya ausencia se leyeron tres de sus poemas y se proyectó un largo documental sobre su vida y obra en la isla de Santa Lucía, los demás personajes programados sí acudieron, como el caso de Jody Williams, Premio Nobel de la Paz 1997, quien mostró con su español casi perfecto la necesidad de luchar contra la impunidad, palabras que cayeron como plomo caliente en un país y un estado donde ese aliciente para la mayor criminalidad (que los delitos queden impunes) marca la historia más reciente.

Aunque de las ciudades más importantes de la entidad es la que recibe el respaldo más débil por parte del gobierno estatal, lo que se ha convertido en un apotegma político en las últimas décadas, Xalapa mantiene un encanto que parece perder y recuperar con cada alcalde o alcaldesa, pese a que todos ven en ella la oportunidad de hacer negocios a trasmano, destinando recursos para pequeñas obras de relumbrón, cuando no verdaderos esperpentos que desplazan groseramente la arquitectura vernácula.

Aunque pocos, porque el festival va en su tercera edición, nunca como en el de este año se ha visto el desplazamiento de personas de diversos rumbos del país y el extranjero dispuestas a hacer un viaje difícil para llegar a nuestra capital para ver en pocos días y en un mismo sitio a poetas reconocidos, destacados novelistas, periodistas famosos por haber incluso tirado a un gobierno norteamericano o, siendo jóvenes, relatar a través de crónicas el clima de violencia que viven México, Centro y Sudamérica; escritores consagrados como Sergio Pitol, quien recibió un merecido homenaje por sus 80 años de vida productiva.

Yo mismo conocí de manera directa la experiencia de tres personas que vinieron desde Valle de Bravo para acudir al Hay Festival y, de paso, disfrutar del que ellos mismos confesaron es el segundo museo de antropología más importante del país. Como ellos, muchos vinieron a nuestra ciudad, donde el Hay Festival no llegó a inaugurar una vocación sino que se ha mantenido justamente porque esa vocación cultural existe desde hace muchas décadas.


NUESTRA AVEJENTADA
 INFRAESTRUCTURA

Es cierto que cuando se reúnen los creadores y los consumidores de arte y cultura cualquier sitio es bueno para crear el milagro de la comunicación y la retroalimentación. Muchos festivales culturales se realizan en sitios en que la calidez la producen los participantes; muchas fiestas populares en el estado se desarrollan bajo el manto de la noche y sobre el piso pelón, y se vuelven memorables porque, pese a esas condiciones (incluso, gracias a ellas), la comunión de los participantes hace posible la transmisión de saberes y placeres que solo la cultura puede atender.

Pero si hablamos de una ciudad que por más de ocho décadas ha sostenido a la orquesta sinfónica decana en el país, que se hizo famosa por la presencia en sus salas de músicos de la talla del chelista español Pablo Casals y de Mstislav Rostropóvich, quienes pusieron bandera a la ciudad en el mapa mundial en 1959 al participar en el Festival de Música Pablo Casals y en el segundo Concurso Internacional de Violonchelo, entonces algo debe hacerse por parte de nuestras instituciones culturales y gubernamentales.

Que se invierta mucho dinero público en respaldar la vocación turística del Puerto de Veracruz y su zona conurbada con Boca del Río; que se respalde a Coatzacoalcos como un importante polo de desarrollo industrial y portuario; que se mejore la vialidad en la zona conurbada de Córdoba-Orizaba, un centro industrial importante en la ruta Veracruz-Ciudad de México. Todo ello está bien. Pero hace mucho que los gobiernos estatales casi solo aportan fuentes de empleo burocrático junto con las incomodidades que resultan de tener a la ciudad como el centro político del estado, pero han dejado en un tremendo rezago.

Si eso es evidente en materia de vialidades y servicios públicos, lo es más en infraestructura para la cultura. Fuera de las dos salas del Teatro del Estado, El Ágora de la Ciudad, el Museo de Antropología y la eterna inacabada sala de conciertos de la UV en el Campus para la Cultura, las Artes y el Deporte, todo lo demás son espacios improvisados a los que no se les da un tratamiento para adecuarlos a las exigencias de sus propósitos.

Si bien la Feria del Libro Infantil y Juvenil tiene como su nicho el Colegio Preparatorio de Xalapa (o Prepa Juárez), sin posibilidad de ampliar sus espacios, en cambio, la Feria Internacional de Libro Universitario (FILU), que organiza la Universidad Veracruzana, ha debido experimentar con varios sitios, desde la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) hasta la antigua Casa de Artesanías, pasando por el edificio que antes era el Museo del Transporte y hoy ocupa el DIF para sus oficinas estatales, y el campo de beisbol de la UV.

Por añadidura, pese a que el Gobierno del Estado cedió a la UV la Casa de Artesanías, hoy denominada Casa del Lago (recordando a la original de la UNAM en Chapultepec), para que se convirtiera en una extensión de las actividades que realizan las facultades del área de artes (música, danza, teatro, artes plásticas), lo cierto es que el lugar se mantiene igual que siempre: sombrío, descuidado, olvidado y con una acústica espeluznante. Durante el Hay Festival asistí a una lectura de poesía en que participaron seis escritores de México, Cuba. Argentina, Perú y España, justamente en el salón de ese recinto, y se escuchaba más nítidamente la música grupera y tropical que emitían las bocinas de un negocio cercano que las voces de los ilustres invitados.

Por aras del destino, antes de contar con un recinto adecuado para las diversas actividades culturales masivas que se suceden a lo largo del año, la ciudad contará con un ¡velódromo!, donde se desarrollarán las competencias de ciclismo de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y que nunca más servirá para su propósito original.

NO HAY MUCHA ESPERANZA EN EL MEDIANO PLAZO

Es inútil pensar que esta situación podrá revertirse en el mediano plazo. Si ha habido inversiones en el denominado corredor cultural que va del Parque Juárez al Paseo de los Lagos, ello ha sido posible no por el entusiasmo del ayuntamiento de Xalapa o el esfuerzo del gobierno estatal sino porque hubo recursos etiquetados del gobierno federal que, eso sí, fueron atinadamente gestionados desde el ámbito local.

Desgraciadamente, las nuevas autoridades se alejan cada vez más de los grupos de profesionistas y de amantes de la ciudad, quienes hace mucho tienen en vilo proyectos para mejorar la imagen citadina. Desde la gestión de David Velasco Chedraui, que inició el proyecto financiado por el gobierno federal, las obras se realizan exclusivamente al (mal) gusto de las autoridades municipales.

Ahora mismo, el Paseo de los Lagos se está convirtiendo más en un sitio para plantar ferias comerciales que en un paseo para que los xalapeños hagan ejercicio en un ambiente seguro y rodeado de prodigiosa vegetación. Las lámparas colocadas frente a la entrada de la Casa del Lago se han convertido en estructuras sin uso, meros tubos que podrían usarse para practicar Pole Dance, de no ser porque su instalación es endeble.

Aunque se ha repetido cada vez con mayor desgano la propuesta de los empresarios locales para contar en Xalapa con un centro de convenciones, lo cierto es que ninguno de los gobernadores que han recibido el proyecto se ha entusiasmado por gestionarlo.

Así que no hay esperanza.

                    

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