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Ya sea presentándose en la pasarela de los siete presidenciables en Guadalajara, en la que según el ocurrente dirigente nacional del PRI Humberto Moreira solo faltó Blanca Nieves, que aprovechando su cargo para ganar repercusión mediática, si algo debe reconocérsele al titular de la SEP es que trabaja horas extra, pero no en la atención de la educación.
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Mientras los maestros disidentes de Oaxaca han emprendido de nueva cuenta su cruzada contra los niños y jóvenes de su estado, y muchos agremiados al SNTE insisten en que ser maestro y tener plaza es un premio por los años de estudiantes normalistas, la poderosa líder sindical se pasea por los pasillos del partido político que sea, mientras piensa en vender caro el respaldo de su Panal y del SNTE a quien ella observe con mayores ventajas.
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Ya lo hizo cuando fue subsecretario de Educación al inicio del sexenio fidelista, cuando se concentró en llevar beneficios de la SEV a escuelas de comunidades del distrito electoral de Coatepec, y usó el cargo para reunirse no solo con profesores y alumnos beneficiados, sino también con los padres de familia, las autoridades comunitarias, los jóvenes y las mujeres, lo que le permitió ser el mejor colocado a la hora de elegir al candidato priista a la diputación federal.
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Desde delegados regionales hasta funcionarios del más alto nivel, desde dirigentes seccionales hasta nacionales, todos los actores de la educación están enfrascados en el tema electoral del momento: elección presidencial y renovación de las cámaras de diputados y senadores.
Y la educación, ¿cuándo?
A nadie se le puede quitar el gustito por la política. Mal haríamos en sugerir que se olviden de sus instintos. El problema es que la educación en el país, pese a que Elba Esther Gordillo le dijo a Felipe Calderón que era “el presidente de la educación”, se encuentra en grave picada.
Se inventan estrategias, se gasta en políticas que buscan mejorarla con medidas empresariales, se pagan lealtades sindicales, se gasta en onerosas campañas publicitarias, pero poco dinero y menos atención llegan a donde debe llegar para que la educación sea la punta de lanza de un país que, según el secretario de Hacienda Ernesto Cordero, no es pobre sino de mediana estatura.
El ilustre ungido por el dedo de Dios para lograr la candidatura panista en 2012 ha observado con delectación que México se apresta a jugar en las grandes ligas de la economía, pero ni así la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha hecho las asignaciones indispensables para que la educación ocupe lugar privilegiado para contar con el capital humano que el paraíso que él prevé necesitará para administrar nuestra riqueza y engrandecerla.
Y, así, pues ¿cómo?
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